Guillermo de Torre y la primera Guerra Mundial (1915-1917)

Carlos García
Hamburgo, Alemania
[carlos.garcia-hh@t-online.de]

[column]A comienzos del siglo XX, la juventud de Europa se dejó sumir en un remolino de sangre y fuego, en primer lugar por la inepcia de gobernantes, pero a menudo también con un entusiasmo digno de mejor causa.

Los ecos de la mal llamada “Gran Guerra” llegaban a España como con sordina, ya que los focos de combate estaban muy alejados de la frontera española. A pesar de las simpatías del gobierno por el bando alemán, España permaneció neutral, pero en la sociedad se formaron bandos en apoyo de uno u otro de los partidos en pugna: los “germanófilos” y los “aliadófilos”. [/column][column]La intelectualidad se decantó, en general, en favor de los aliados. Así lo hicieron Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Ramón del Valle-Inclán, Luis Araquistain, Manuel Azaña, Corpus Barga y otros, hasta Ramiro de Maeztu.

Anunciando ya evoluciones nefastas y preferencias nefastas, Pío Baroja y Jacinto Benavente se pronunciaron por los germanófilos. La juventud intelectual estaba, en general, a favor de Inglaterra y Francia, y del intervencionismo.

Tal fue también el caso, como se verá, de Guillermo de Torre (1900-1971), aún un escolar cuando se desató el conflicto (28 de julio de 1914).

Ya al año siguiente, publica su primer texto al respecto, una breve prosa 1[/column]

***

1. Guerra cruel (11-IV-1915)

En un pasaje redactado en 1955 de Tan pronto ayer. Memorias de mi vida literaria (ABC Cultural, Madrid, 20-VIII-2000, 6-7, pero que yo cito del manuscrito), Torre relata:

Un buen día me encuentro escritor. Recuerdo mi asombro un domingo, al comprar en un quiosco de la Plaza Celenque, una revistilla El Estudiante El Defensor de la Juventud, adonde osadamente había enviado un mínimo artículo y encontrarlo impreso, con mi nombre debajo. No acababa de creérmelo. Era una rapsodia de lecturas. Algo sobre la guerra y la huida de los moradores de un pueblo ante el enemigo y los bombardeos. Guerra cruel o algo así se llamaba aquel balbuceo.

La duda de Torre es más bien un recurso retórico, ya que al escribir tenía su original a la vista, que se conserva aún hoy en su archivo. Norah Borges (a quien Torre desposó en 1928) anotó sobre la portada de la revista “1915” y “Primer artículo”. No parece haber motivos para dudar del aserto. El texto rezuma indirectamente una actitud pacifista o, al menos, de conmiseración con los sufrientes. Su estilo es algo ingenuo, provinciano, pero debe recordarse que es la obra de un jovencito de hace 100 años.

[I]
Guerra cruel

[El Defensor de la Juventud II.22, Madrid, 11-IV-1915, 8]

Nieva lenta, tenazmente, formando una nueva capa en la sábana que no ha mucho se ha cerrado, para convertirse en blanco sudario de muchos hombres, que, buscando la vida, hallaron la muerte audaz…

La nieve, que semeja una blanca aureola en las cumbres, confundiéndose con el triste cielo, contrasta con la visión que en la llanura se ofrece, hollada bárbaramente en su virginal blancura por los desmanes de los hombres.

Solo se turba su misterioso recogimiento al desplomarse grandes masas de nieve y hielo, que parece como si ansiaran borrar prontamente los vestigios de los héroes anónimos, que en la tierra ha poco perecieron…

***

Distínguese allá abajo una larga mancha negra, que contrasta en tanta limpidez como pequeña barquichuela en las inmensidades de un océano…

Avanza rápidamente… es la triste huida, la desbandada de un pueblo amenazado…

Hombres, ancianos, mujeres, niños, van tristes, silenciosos, abatidos como si ya pesase sobre sus espaldas el bárbaro yugo de la esclavitud. Van a la desbandada, en vehículos de todas clases, caballerías, algunos penosamente andando… producen una sensación dolorosa… llevan en sus caras impreso el terro, la desesperación, y al volver la vista, sin querer entrever el enemigo, no muy lejano, tienen todos un ademán amenazador… ¡Es el pueblo que huye; es la guerra que avanza!

Y siguiendo aquel doloroso desfile, se encontrará su punto de partida: es una blanca aldea, que se destaca en la inmensa llanura por la alta torre, sus casitas blancas…

***

Nieva lenta, tenazmente, como si quisiera, con su inmensa blancura, tapar las vergüenzas de los hombres…

Guerra… guerra; parece decir el imperativo sonido de unas trompetas que se acercan; y la nieve, en su monótono caer, que en tono de reproche, por el pueblo que se aleja, contesta: cruel… cruel…

G. de Torre

***

2. Cuentos de la guerra: El dolor de morir. 26-XI-1915

[Foto de Rafael Barradas (1890-1929), director artístico de la revista de Zaragoza Paraninfo]

El siguiente texto de Torre relacionado con la guerra tiene un estilo y una intención similares al anterior, con el que parece haber conformado una serie más larga. Apareció en la revista Paraninfo, de Zaragoza (1914-1916), donde su amigo Rafael Barradas detentó el cargo de director artístico a partir del número 47, del 7 de octubre de 1915 2.

La primera noticia acerca de la existencia de Paraninfo la obtuve de la edición comentada de Literaturas europeas de vanguardia a cargo de José Luis Calvo Carilla (2002), quien menciona cuatro aportes de Torre a la revista.

Ese dato fue después precisado y aumentado por otra fuente, esta vez de primera mano: el 11 de febrero de 2005 recibí una gentil carta de Miguel de Torre Borges (Buenos Aires), quien, entre otros materiales, me hizo llegar copias de 11 fichas bibliográficas hechas por su padre (Torre acostumbraba hacer esa clase de listados; también los hay posteriores). Allí vi por primera vez el título aquí registrado, en la ficha número 4.

El texto no se encuentra en el archivo de Torre, pero entre tanto se puede acceder a él porque se conserva una colección casi completa de la revista en la Universidad de Zaragoza, gracias a una donación que se le hizo en el 2013 (Pablo Rojas y yo planeamos dar a luz todos los textos de Torre de la etapa pre-ultraísta).

Torre intenta en este breve relato no solo reproducir el ambiente de la trinchera, sino que agrega un componente psicológico. Aparece aquí, acaso por primera vez en su obra, la escritura como motivo.

[2]
Cuentos de la guerra: El dolor de morir

[Paraninfo 52, Zaragoza, 26-XI-1915, 6]

El tiroteo ha cesado. La última detonación ha repercutido aislada en el momento que el Sol transmontaba la alta colina que da frente a la trinchera enemiga.

Diríase era una tregua de respeto que los combatientes guardaban al llegar el crepúsculo.

La tierra pronto aparece cubierta por una sutil neblina que hace confusos los objetos, presentándolos como sombras fantasmagóricas ante la vista de más de un peludo.

En la trinchera —larga, uniforme e interminable— sólo se ve de vez en vez alguna boca de fusil, que asomando por los intersticios, avizora en la noche la presencia del enemigo.

En el interior de la trinchera predomina el desorden; un desorden pintoresco que bien indica ser alojamiento de hombres poco meticulosos y sí exigentes de sitio seguro que les resguarde de las inclemencias del tiempo y de los efectos de la metralla.

Encima de tablones, que para preservarse de la humedad colocan, tienen colchonetas y sacos vacíos, sobre los que se agrupan los poilus 3,en grupos que ellos forman, por la agregación de los que entre sí simpatizan, y desperézanse al primer cañonazo en una charla bélica y alegre.

Otros menos joviales y más melancólicos, que no gustan de expansionarse, arrincónanse solitarios, añorando los días de paz en el hogar feliz…

Muchos de ellos, pluma en ristre, aprovechan aquellos momentos de calma para escribir a sus deudos y amigos sobre un improvisado pupitre.

Hay uno —tal vez el más joven —Jorge— que obstínase en trazar unas letras que se le deforman al correr de la pluma sobre el papel. Cansado, abandona su escritura, y en furor trágico aprieta los puños, los alza amenazadores… y después baja la vista airada humildemente…

Una sarcástica carcajada resuena en sus oídos. Vuelve la vista y encuentra a su compañero, Armando, preso de sonora hilaridad.

Jorge suplica a Armando no turbe el silencio y le explica la pugna inútil por escribir a Josefina.

Armando y Jorge eran amigos desde los primeros años de vida. Nacidos en una misma comarca, compañeros de infancia, separados luego y vueltos a reunirse después en el momento de la movilización, dieron con sus cuerpos en el mismo regimiento.

La afinidad de ideas, las circunstancias de relación amistosa entre sus amadas, la recordación de los tiempos pasados juntos, acabaron por hermanar fuertemente la amistad.

Jorge y Armando, con prolijidad de detalles, se cuentan sus cuitas. La luz mortecina de la trinchera es sustituida por otras luces.

La noche cierra su obscuro manto. En el cielo resaltan las argentadas estrellas. Se siente una tranquilidad agorera.

De pronto, en lo alto, la inmensa negrura es rasgada y un punto blanco se precipita en la trinchera. Luego suenan dos detonaciones secas y aquella parte la trinchera remóntase en el espacio para volver a caer deshecha en confusión de hombres y escombros… Una llamarada inmensa se eleva en el aire y de la tierra surgen los reflectores indicando a las balas su trayectoria precisa.

Los motores de los taubes trepidan allá arriba sobre montones de carne humana…

***

Han vuelto a callar las baterías. Reanudada la calma en la trinchera y rehechos en parte los desperfectos causados por un fuego feroz, pásase lista de hombres, recogen las ambulancias a los heridos y se identifican los muertos.

Armando, vendada la herida del muslo que un casco de metralla le produjo, cuídase en remover escombros buscando a su amigo Jorge.

Al fin, éste es extraído con el cráneo magullado y el cuerpo cubierto de heridas.

Armando, a la vista del cadáver de su compañero más querido, llora, llora maldiciendo la guerra cruel.

De la guerrera de Jorge recoge una carta. La carta abandonada sin terminar.

Sus labios se contraen en un rictus de amargura y sus dedos quieren estrujar la carta que Jorge hubiera deseado mandar a ella como un presente de amor.

Mas reacciona a tiempo. En su mente surge una luz, la de la compasión, la del ocultamiento momentáneo. Aquella carta sería portadora del último momento de la felicidad del compañero, sentida cuando fue escrita.

Imita la letra de Jorge, y termina la carta.

¿Y después? Armando tuvo la visión del dolor acerbo en Josefina, al leer el parte oficial. Pero ¿por qué no hacerla soñar unos días? ¿Por qué no hacerla gozar con el recuerdo del amado unos instantes?

¡Oh, la demencia de los hombres! ¡¡Maldita guerra!!

GUILLERMO DE TORRE

Madrid y Noviembre de 1915.

***

3. Europa, muere, por Sinesio García. 10-XII-1916

El tercer testimonio del joven Torre relacionado con la guerra es la reseña reproducida a continuación. Lamentablemente, como no he logrado ver el libro comentado por Torre, no estoy en condiciones de aquilatar si su positivo juicio sobre él es acertado o no.

En cuanto al estilo de Torre, se advierten ya en este precoz texto algunos tics idiomáticos que le atraerán burlas poco más tarde. Entre el texto anterior y el siguiente, Torre ha entrado en contacto con círculos literarios de Madrid, lo que ha hecho estragos en él. Volveré sobre el tema.

La mayor sorpresa la suscita la identidad del autor comentado, Sinesio García. Su nombre verdadero y completo: Sinesio Vaudilio García Fernández; nacido el 20 de mayo de 1897 en Reyero (León), y fallecido el 18 de octubre de 1983 en Barcelona.

Esos datos poco dicen, pero la imagen cambia si se menciona el nombre bajo el cual hizo la mayor parte de sus publicaciones: “Diego Abad de Santillán”, el gran autor y militante anarquista español, que pasó varios años de su vida en Argentina 4.

[3]
Europa, muere, por Sinesio García.
Vol. I de El libro de España, Madrid, 1916

[Los Quijotes 43, Madrid, 10-XII-1916, 8] 5

En el descentramiento transmutador, que se deriva como estigma de la bárbara y prolongada lucha europea, impera, en cuanto a la percepción y exteriorización juzgativa y dictaminadora, una exacerbación apasionada, estulta, una acumulación de prejuicios denigrantes y una obcecación y una nesciencia abrumadoras…

Así, en este entenebrecido ambiente de la zona neutral, ha de hacerse resaltante, con luminosidades sugestivas y con resonancias triunfales, la opinión que surja íntegra, diáfana, argumentada, exenta de apasionamientos, de “filias” y de “fobias” populacheras y de falacias gafadoras… 6

Y he aquí que súbito, como síntesis de tal anhelo, esta opinión íntegra aparece. Y es el joven filósofo Sinesio García quien nos la ofrenda en su último libro, Europa, muere, como fruto de sus escrutaciones constantes, analíticas y deductivas. Y están en el libro en vislumbranza sus meditaciones serenas y patrióticas, desde su partida de América a las visitas de las naciones ahora en lucha 7. Van argumentadas y exornadas con innúmeras citas oportunísimas, delatoras de su portentosa y modernísima erudición.

Es Europa, muere el primer volumen de la serie que tiene proyectada de El libro de España. Aparecerá en breve el segundo, titulado Psicología del pueblo español 8. Acuciar a su lectura a los espíritus escrutadores ecuánimes de la guerra, es necesario, porque desconocer El libro de España será poseer patente afrentosa de nesciencia.

Y mientras aparece Psicología del pueblo español y el alma andariega de Sinesio García es aquietada en España, nos deleitaremos con la vislumbranza de su figura gallarda y sugerente murgueriana, exornada con su capa airosa, sus melenas decorativas y su robusto chambergo, surgiente entre nosotros en las diafanidades matinales de las silentes bibliotecas, o en las brumosidades vespertinas de los cenáculos gregueriescos…

Guillermo de Torre

***

El último párrafo permite apreciar algunos trasfondos.

En primer lugar, que el comentario de Torre es una especie de labor de amistad, ya que conoce a Sinesio García personalmente, amigo mayor en tres años, al que admira.

Abad de Santillán puede haber sido también el contacto de Torre con Los Ciegos. Revista mensual tyflófila hispano americana, fundada y dirigida por Antonio las Heras Hervás 9: Abad fue secretario de la revista en 1917-1918, y publicó en ella tanto bajo el nombre Sinesio García como bajo el seudónimo Diego Abad de Santillán. Torre, por su parte, publicó al menos una vez en ella: “Ritmos ultraístas: La ciega que se truncó rediviva”: Los Ciegos 13, Madrid, febrero de 1918, 8-10 (quizás también ya en 1917; cf. C. García 2016/09).

Ese texto es uno de los primeros que llevan el término “ultraísta” en el título, mucho antes de que Cansinos “inaugurara” oficialmente el movimiento con su entrevista en El Parlamentario a fines de 1918 10; ocupa algo más de dos páginas, y es desenfrenadamente neológico y esdrújulo.

Otros nombres notables pertenecientes al cuerpo de corresponsales de la revista Los Ciegos: Mariano Ciriquiain-Gaiztarro, de posterior participación en el ultraísmo, el murciano Juan Guerrero-Ruiz (de Murcia), amigo y cronista de Juan Ramón Jiménez. También Mauricio Bacarisse colaboró en ella (n. 12), o Antonio M. Cubero (n. 14); ambos jugaron un rol en el ultraísmo; Pablo Rojas publicará en breve la correspondencia del primero con Torre.

Se reseñan libros de Margarita Nelken o Ramón Gómez de la Serna, quien también escribió en ella (por ejemplo, en el número 14, de marzo de 1918: “Varios ciegos”).

Ramón y Rafael Cansinos Assens son las dos sombras que se reconocen detrás de Torre y de Sinesio García. Podría decirse que los efluvios vanguardistas ya han hecho presa de Torre, que intenta sin éxito apropiarse de cuanta novedad flota en el aire. Había publicado sus primeras glosas acerca del ambiente de Madrid en noviembre-diciembre de 1915, aún en un estilo aceptable, si bien algo tradicional. Pero pocos meses después trabará conocimiento con Rafael Cansinos Assens, y este lo derivará hacia Ramón Gómez de la Serna (la primera carta conocida de Torre a Cansinos es aproximadamente de octubre de 1916; di a luz ambas correspondencias: veáse C. García 2004 y García / Greco 2007).

Torre participó, en cierta medida (ya que no le gustaba la vida nocturna), de ambos cenáculos: más tradicional el de Cansinos, más moderno el de Ramón.

Sinesio García parece haber acudido al segundo, pero su indumentaria recuerda más bien la figura entretanto algo ridícula del bohemio embozado; a ellos alude el adjetivo utilizado por Torre: “murgueriana”, hoy en desuso, pero que en esa época era actual. Cansinos escribió sobre ello en varios pasajes de «La bohemia en la literatura» (Los temas literarios y su interpretación, 1924), condensando la que se convirtió en la opinión usual sobre el tema (Obra crítica, II, 653):

Una obra maestra, Scènes de la Bohème (1851), del parisiense Henri Murguer, que ha anulado a cuantas consanguíneas pudieron precederla o seguirla […] asume todo el sentido de esta literatura y traza sus rasgos canónicos. Desde su publicación, la vida literaria picaresca, que ya tenía su expresión en los libros, se bautiza con este nombre eufémico y se decora con el marco fastuoso del segundo imperio romántico.

(Véase también su libro Bohemia. Madrid: ARCA, 2002 y, sobre el tema en general, Jaime Álvarez Sánchez: “Bohemia, Literatura e Historia”: Cuadernos de Historia Contemporánea 25, 2003, 255-274.)

La presencia de Ramón se desprende, a su vez, del vocablo “gregueriescos”.

Solo conozco otra reseña de este libro de Sinesio García, aparecida en la Revista Castellana 16, Valladolid, noviembre-diciembre de 1916, 365 (“Registro bibliográfico”). El texto anónimo comienza con un grave error de imprenta: “Europa nueva”, en vez de Europa, muere.

Reproduzco la reseña completa, para que se la compare con la de Torre; resalta la diferencia de perspectiva entre ambos comentaristas:

Europa nueva [sic], de Sinesio García, es un libro grandemente patriótico. Estudia su autor el estado actual de nuestro continente, y supone, en relación con ello, que la situación de España no es un mal aislado e irremediable, sino el resultado de un fenómeno natural. “No creemos—dice—en las razas privilegiadas; la superioridad de algunas es sólo un momento de vida.” Y llega a la siguiente conclusión: “España duerme, en la época de su nacimiento tercero; si nace ahora, nace por tercera vez, y nacerá: Reich lo cree probable; Colajanni, evidente; yo, creo en la próxima resurrección… como creo en la muerte de Europa y en el nacimiento de otra Europa, esclava o libre; más rica o más pobre; pero al fin otra Europa, que no será como la que conocemos en el siglo XX de la Era cristiana y XXV de su edad histórica… Asistimos al crepúsculo de un mundo que muere…”.

Acerca de la Revista Castellana, creo que la caracteriza suficientemente decir que entre sus colaboradores de 1916 los más prestigiosos fueron Andrés González Blanco y Edmundo de Ory…

Retornando a Abad de Santillán, conviene citar el siguiente pasaje de la tesis de Pablo Rojas (2015, 262 n. 431):

En torno a 1918 […] se hallaba preso su amigo el escritor anarquista Diego Abad de Santillán por participar en la huelga general de agosto de 1917. Recuerda éste: “Otro de los visitantes [de la cárcel Modelo] era Guillermo de la Torre [sic], un joven que deseaba vincularse a los escritores de la bohemia madrileña y que empleaba un estilo raro y novedoso que bautizó como ultraísmo. Se abrió camino como crítico literario más tarde, y nuestros caminos fueron divergentes, aunque quizá no hostiles, pero la amistad que me testimoniaba en sus primeros años se aplacó o se extinguió luego” (Diego Abad de Santillán, “Memorias de una vida militante. I. Las cárceles de Madrid”, Historia 16, nº 18, octubre 1977, pp. 139-143, cita p. 143).

Diego Abad de Santillán (Memorias 1897-1936. Barcelona: Planeta, 1977, p. 41) recuerda del mismo modo en sus memorias el paso de Guillermo de Torre, acompañado por Antonio las Heras (director de la revista Los Ciegos), por la Cárcel Modelo.

Por estas fechas, Torre parece haber leído a menudo periódicos que oscilaban entre el liberalismo de izquierda y el anarquismo: en su texto “Con cursiva del diez. Cartas diáfanas (A ‘Provincianita’)”, aparecido en el liberal Diario de Huesca el domingo 19 de noviembre de 1916, menciona a Ángel Samblancat (nacido en Graus en 1885; muerto en el exilio mexicano en 1963), colaborador de numerosos periódicos del abanico liberal-republicano hasta anarcosindicalista 11:

Actuales ahora las cotidianas algaradas estudiantiles, aún lejanas las codiciadas vacaciones, agravadas persistentemente en Barcelona—al contrario del pacifismo que impera en los escolares de aquí—por un articulo en La Lucha, de Ángel Samblancat (¿recuerdas, Provincianita, aquel Samblancat, el “cachorro de Graus”, de las dentelladas en sus incisivas palabras, que en ti produjeron a su lectura a hurtadillas extrañas insinuaciones rebeliosas…?), que ha tenido unas palabras de torpeza acre para la esforzada estudiantina…

***

4. A los estudiantes españoles. 17-IV-1917

[Ejemplar de El Luchador, con el texto de la proclama estudiantil]

La progresiva politización de Torre está documentada por el siguiente texto, con el que se completa este panorama.

Se trata de una proclamación de adhesión a los fines de la “Liga Antigermanófila”. El texto no lleva firma; no parece proceder de la pluma de Torre, pero muestra, al menos, ideales que él compartía.

El ejemplar al que accedí, un recorte conservado en la Biblioteca Nacional de España (signatura Mss 22841/4 [3]) está dañado y le faltan algunas palabras. Se puede completar el texto, sin embargo, en base a su posterior publicación en otro periódico: El Luchador. Diario Republicano, Alicante, n. 1258, jueves 10 de mayo de 1917, 1-2 (cuyo conocimiento agradezco a Pablo Rojas).

(En el mismo número y página se comenta un discurso de Maura, que seguramente agradó “al núcleo de neutraleros germanoturcófilos”, pero que preocupa sumamente al redactor de la nota, quien al final exhorta a Unamuno y otros a que hablen, pues “España está en entredicho”).

[4]
NN
A los estudiantes españoles

[El Parlamentario, Madrid, 17-IV-1917]

Unos españoles amantes del Derecho, de la Justicia y de la civilización y amantes, también, de su Patria, con un amor desinteresado y noble, fundaron hace tiempo una Liga que se llamó antigermanófila por patrotismo y humanidad.

En su Manifiesto, publicado en diarios y revistas, dijeron al pueblo español los propósitos que dicha Liga ahijaba y definieron la significación de su política frente al conflicto internacional. Un éxito grande e inmediato correspondió a las aspiraciones de los organizadores, españoles de todas las clases sociales y de distintos matices políticos se ofrecieron a la noble empresa.

Nosotros, estudiantes madrileños, nos adherimos también, desde luego, entusiastamente a la Liga Antigermanófila, y con la autoriazción de su Directorio, procedimos a constituir el Comité Estudiantil Central y a cumplir la misión de fomentar entre nuestros compañeros de toda España la constitución de Comités que en los distintos Centros docentes representarán a todos los estudiantes a quienes un mismo ideal humano y patriótico les da nuevo título de compañerismo.

En esta labor nos alientan las constantes adhesiones que recibimos de compañeros de toda España. Pero advertimos en sus entusiastas cartas la demanda de instrucciones concretas sobre la manera de organizarse eficazmente para coadyuvar a los fines de la Liga Antigermanófila, y esto obliga a este Comité a hacer público, para que llegue a conocimiento de todos los estudiantes aliadófilos que, cualquiera que sea su número, deben constituir una Junta, nombrar esta de su seno un delegado por medio del cual se ponga en inmediata relación con el Comité Estudiantil Central, al cual, desde luego, se le considerará perteneciente, y comunicar al mismo la constitución de la Junta, dirigiendo la correspondencia a la redacción de España, Prado, 11 12.

Las difíciles circunstancias actuales que distintos y muy graves sucesos de orden internacional han creado a nuestra Patria, exigen de todo hombre de recta conciencia, de todos los hombres que sienten latir en su pecho los altísimos sentimientos de justicia, de patriotismo y de honor y dignidad nacionales, que se agrupen para combatir sin descanso a los peores enemigos de España, a los que, en nuestro propio solar, llamándose españoles, no se indignan ante el moderno crimen de quitar la vida al indefenso neutral y destrozar su riqueza; a los ciegos admiradores de las militaristas organizaciones imperiales que nuestros hermanos de raza en ambos continentes han condenado gallardamente, combatiendo con las armas o rompiendo el trato diplomático con esas naciones despreciadoras de la inviolabilidad y la eficacia de los tratados.

La juventud española que estudia debe levantar su voz virilmente y proclamarse defensora de la proverbial hidalguía hispana en esta hora histórica. Por eso y para eso hemos organizado la Liga Antigermanófila Estudiantil, y hoy nos dirigimos a todos los compañeros demandándoles fervorosamente que cooperen a la labor patriótica, humana, definida en el Manifiesto que a los españoles dirigieron los fundadores de la Liga Antigermanófila que se está constituyendo.

Por el Comité Estudiantil Central de la Liga Antigermanófila: Juan Chabás Martí, presidente. Virgilio Beléndez, vicepresidente. León Trilla, vocal. Manuel Ciriquián [i.e. Mariano Ciriquiain-Gaiztarro], vocal. Guillermo de Torre, secretario.

***

La Liga Antigermanófila había sido fundada por Miguel de Unamuno y otros a comienzos de 1917 (se la había anunciado ya desde septiembre de 1916, cuando menos, desatando ecos disímiles en la prensa).

Es probable que del filo entre los años 1916 y 1917 date la relación entre Torre y Unamuno (en todo caso, mantuvieron trato personal y correspondencia más tarde). Se adhirieron a esa Liga Antonio Machado, Américo Castro y otros. En 1917 fue su presidente honorario Benito Pérez Galdós.

Sobre el tema y el papel de Torre en ella, véase Pablo Rojas (2015, 259-260):

Su primera incursión pública, desde el punto de vista político, se produce con motivo de la Gran Guerra. En ella España, al lado de Suiza, Holanda, Noruega, Suecia, Islandia y, en un primer momento, Italia, se posicionó en la neutralidad. El gobierno mantuvo una postura equidistante y no optó ni por la causa aliada ni por la alemana. Ello no fue óbice para que la sociedad española se dividiera en dos grupos. De una parte el germanófilo, en el que se daban la mano la Iglesia, una parte del ejército y los partidos carlistas y mauristas, simpatizantes todos ellos de la disciplina, el antiliberalismo y el nacionalismo alemán. Frente a ellos se erigían los aliadófilos, una suma heterogénea de gentes que, a la vez que defendían la causa de Francia, buscaban un cambio de la España de la Restauración que derivara hacia la auténtica democracia y la justicia social. Como ya señalamos, el propio padre de Guillermo de Torre, el abogado y notario D. Guillermo de Torre Molina, se involucró en estas disputas, optando por la postura neutralista del gobierno 13. Su hijo, sin embargo, fue un punto más allá y tomó partido por uno de los bandos contendientes. El 18 de enero de 1917 se funda en España la Liga Antigermanófila cuya declaración fundacional apareció en la revista España ese mismo día 14. La Liga estaba presidida de forma honorífica por Benito Pérez Galdós y contaba entre sus directivos con Miguel de Unamuno, Manuel Azaña o Luis Araquistáin. Poco después, en mayo [recte: abril] de 1917, se crea otra asociación, la Liga Antigermanófila Estudiantil, hermana de la anterior y de carácter universitario, que perseguía fines similares: “fomentar entre nuestros compañeros de toda España la constitución de Comités que en los distintos Centros docentes representarán a todos los estudiantes a quienes un mismo ideal humano y patriótico les dé nuevo título de compañerismo” 15. Su presidente era Juan Chabás y su secretario Guillermo de Torre, por entonces un jovenzuelo de diecisiete años recién ingresado en la Universidad, no ajeno, sin embargo, a la pulsión de la actualidad política. De hecho, en el mismo manifiesto se anima a los jóvenes a implicarse en los problemas de su tiempo: “La juventud española que estudia debe levantar su voz virilmente y proclamarse defensora de la proverbial hidalguía hispana en esta hora histórica” 16 .

Torre, como se ve, se alía desde su más extrema juventud con las fuerzas de progreso, en este caso, con la causa de los aliados […].

En sentido similar trabajará Torre en el futuro: se declaró a menudo partidario de la República, y estuvo a favor de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, siempre alejado de los extremismos, pero con una firme convicción democrática.

(Hamburg, 3-IX-2017)

BIBLIOGRAFÍA

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Araquistáin, Luis: La revista España y la crisis del Estado liberal. Santander: Servicio de publicaciones de la Universidad de Cantabria, 2001.

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DBBEP: Manuel Aznar Soler y José-Ramon López García, eds.: Diccionario biobibliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939. Sevilla: Renacimiento, 2016, 4 tomos (Biblioteca del exilio, 30).

Díaz-Plaja, Fernando: Francófilos y germanófilos: los españoles en la guerra europea. Barcelona: Dopesa, 1973.

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García, Carlos (2016/09): “Guillermo de Torre: Bibliografía, I: 1915-1918. Con sus primeros dos textos (1915)”: academia.edu (subido el 19-IX-2016).

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García Guatas, Manuel (1997): “Juventud y revistas culturales”: Artigrama 12, Zaragoza, De-partamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, 1996-1997, 605-625 (“Para-ninfo: portavoz de la efímera modernidad”, pp. 615-619.

Maestro, Francisco Javier: “Germanófilos y aliadófilos en la prensa obrera madrileña, 1914-1918”: La sociedad madrileña durante la Restauración, 1876-1931. Madrid: Comunidad de Madrid, 1989, 319-332.

Mintz, Frank / Fontanillas, Antonia (presentadores): “Diego Abad de Santillán. Historia y vigencia de la construcción social de un proyecto libertario. Textos y documentación”: Suplementos. Materiales de trabajo intelectual 36, Barcelona, enero de 1993 (contiene una amplia Bibliografía, también de las revistas en las que colaboró Abad).

Navarra Ordoño, Andreu: 1914. Aliadófilos y germanófilos en la cultura española. Madrid: Cátedra, 2014. (véase el comentario en www.revistahallali.com/2016/07/09/aliadofilos-y-germanofilos-una-actualizacion-necesaria-a-cargo-de-andreu-navarra-ordono-2014/).

Ramírez Benito, Penélope: “La Gran Guerra vista desde la intelectualidad de la revista España. Semanario de la vida nacional (1915-1924)”: Marie-Claude Chaput, Manuelle Peloille, coords.: Sucesos, guerras, atentados. La escritura de la violencia y sus representaciones. Paris, PILAR / Université Paris Ouest Nanterre La Défense, 2009, 57-82.

Rojas, Pablo: Guillermo de Torre y la cultura del exilio. (Tesis doctoral.) Madrid: UNED, 2015.

Rosa, Fernanda de la: Una utopía en rojo y negro. Diego Abad de Santillán y su influencia en el anarquismo argentino, 1897-1930. Madrid: EAE, 2012.

NOTAS

  1. Lo di a conocer en C. García 2016/09.
  2. Sobre la revista son recomendables los trabajos de García Guatas 1997 y Castán Chocarro 2013. La interesante revista Artigrama, donde aparecieron ambos, es accesible en línea.
  3. Así se denominaba coloquialmente a los soldados franceses de la Primera Guerra Mundial. Es el original de la palabra “peludo”, utilizada más arriba por Torre. (Sobre el sentido del término hay diversas hipótesis).
  4. Cf. DBBER 1, 4-7. Parte del archivo de Abad de Santillán se conserva en Amsterdam, junto al de otros anarquistas españoles, en el “International Institute of Social History” (IISH); véase aquí el catálogo: https://search.socialhistory.org/Record/ARCH00004. Otra parte se conserva en la Biblioteca Pública Arús de Barcelona.
  5. El original contiene numerosos errores de imprenta, aquí subsanados.
  6. El DRAE trae dos acepciones de “gafar”: (a) “1. tr. Arrebatar algo con las uñas o con un instrumento corvo; 2. tr. Componer con grapas los objetos rotos, principalmente los de cerámica.” (b) “1. tr. coloq. Transmitir o comunicar mala suerte a alguien o a algo”.
  7. Sinesio García había emigrado con su familia a América a muy temprana edad. En el año 1913 regresó a España para hacer su bachillerato.
  8. Madrid: Imp. de Felipe Peña Cruz, 1917 (pero fechado en Madrid en 1916).
  9. Sobre ella dice María Dolores Cebrián de Miguel (“Discapacidad visual y traducción”, 2007, 221-222): “En España, ya a principios del siglo XX y con motivo de la celebración de la Asamblea Nacional para el Mejoramiento de la Suerte de Sordomudos y Ciegos de 1906 se plantearon y debatieron no solo los aspectos relacionados con la educación, sino también los problemas de rehabilitación y acceso a un trabajo remunerado que planteaban las personas con distintas discapacidades. Poco después se publicaría la revista Los ciegos. Revista mensual tyflófila hispano-americana (1916-1939) y, en su segunda etapa, Los ciegos. Revista mensual tyflófila hispano americana y marroquí (julio 1940-noviembre 1941), una publicación periódica que integraba en sus distintas secciones traducciones de artículos extranjeros sobre reivindicaciones de los ciegos de otros países, o avances de tratamientos de las personas con deficiencia visual grave, amén de llevar ya incluido en su propio subtítulo esa vocación internacional de divulgación del conocimiento sobre la realidad de los ciegos a los países de su influencia político-lingüística.” – www.cvc.cervantes.es/lengua/esletra/pdf/04/028_cebrian.pdf, consultado el 4-IX.2017.
  10. Véase Andrew A. Anderson: El momento ultraísta. Orígenes, fundación y lanzamiento de un movimiento de vanguardia (Madrid / Frankfurt am Main: Iberoamericana / Vervuert, 2017) y mi reseña en Iberoamericana 66, Berlín, noviembre de 2017 (en prensa).
  11. Samblancat había tenido por estas fechas una “estrecha amistad” con Rafael Barradas; ambos colaboraban en Ideal de Aragón, “órgano de expresión de la izquierda radical” (Castán Chocarro 2013, 432-433), por cuyo intermedio puede haberlo conocido Torre.
  12. En este mismo órgano se había publicado el 18-I-1917 el manifieso de la “Liga Antigermanófila”. Acerca de la revista y su papel en la polémica, cf. Ramírez Benito 2009.
  13. Rojas alude a que ha dicho ya en página 31 de su libro lo siguiente: “También en La Correspondencia encontramos la firma de Guillermo de Torre Molina, sumándose a un manifiesto favorable a la decisión gubernamental de que España se mantuviera neutral durante la 1ª Guerra Mundial (“La neutralidad en España. Felicitaciones al Gobierno por el mantenimiento de la neutralidad”: La Correspondencia de España, Madrid, 18-IX- 1914, 4)”.
  14. AA.VV., “La Liga Antigermanófila. Manifiesto a los españoles”, España, nº 104, 18 enero 1917, pp. 4-5.
  15. AA.VV., “A los estudiantes españoles”, El Luchador, Alicante, 10 mayo 1917, p. 1.
  16. Idem, p. 2.

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