Archivo del Autor: Emilio Quintana Pareja

Henry Parland: «Den okände soldatens grav» [«La tumba del soldado desconocido». Reseña sobre la novela de Remarque, 1929]

Emilio Quintana Pareja
Estocolmo, Suecia

Henry Parland: Reseña | Erich Maria Remarque: På västfronten intet nytt. Stockholm, Bonniers 1929

Traduzco esta reseña del escritor sueco-finlandés Henry Parland (1908-1930) de Sin novedad en el frente [På västfronten intet nytt. Stockholm, Bonniers 1929], que aparece en la recopilación miscelánea póstuma Återsken ["Reflexión". Helsinngfors Söderström & C:o Förlagsakiebolag, 1932, pp. 117-122]

En este ensayo el gran ultraísta sueco-finlandés defiende la tesis de que la Gran Guerra ha sustituído la idea de "personalidad" con conceptos como el de "masa" y "técnica", y por lo tanto ha procedido a rellenar el vacío creado por la aniquilación del individuo con objetos de la era industrial, equipados con una fuerte personalidad no humana.

En este sentido, defiende la figura del aviador como la única que ha mantenido el código de honor caballeresco tradicional, y su personalidad individual frente a la masa. El texto original sueco va debajo.

La tumba del soldado desconocido
Henry Parland (1908-1939)
Reseña de Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque, 1929. Publicada en la recopilación póstuma Återsken ["Reflexión". Helsinngfors Söderström & C:o Förlagsakiebolag, 1932, pp. 117-122].
Traducción del sueco de Emilio Quintana Pareja

Sobre la tumba del soldado desconocido en París arde una llama de gas.

El soldado desconocido era un héroe que cayó en la guerra mundial. Cómo se llamaba, quién era, no lo sabemos. Sólo sabemos que era un héroe y que, por tanto, doblamos la rodilla ante él. Y como no tiene ninguna forma de moverse de modo que pudiéramos imaginarlo como un ser humano, tenemos que dejarlo vivir en nuestra conciencia, en vez de imaginarlo en el ataúd con sus restos en un vacío, y sobre ese vacío no arde un fuego real, sino un fuego sin vida, una simple llama de gas.

Esto no es una blasfemia. En el pasado, se honraban los restos de los grandes guerreros. Habían sido grandes personalidades, y actuaban con movimientos bruscos y crueles. Ahora lo que honramos es una fracción individual de la masa, una fracción que es tan pequeña que no es más que un vacío. En ambos casos, nos arrodillamos ante el mismo símbolo. La personalidad guerrera es el héroe de una época ya pasada. El soldado desconocido es el héroe de nuestro tiempo y es el producto de la guerra mundial.

La guerra mundial trajo una reevaluación completa de los esfuerzos e importancia del individuo en la batalla. Acabó con los últimos restos de la época medieval, reemplazando el concepto de personalidad con conceptos completamente nuevos: masa y técnica. El soldado ya no era un ser actuante – la actividad había sido dejada a cargo de las pistolas y las ametralladoras -, sólo tenía que aguantar en las trincheras y esperar su destino. Esta pasividad, como es lógico, limitó su campo de visión a un mínimo, ni siquiera sabía quién tenía la sartén por el mango, el enemigo o él. Seguramente era algo indiferente. El proceso estratégico de la guerra no le afectaba en lo más mínimo, y la única sensación de victoria a su alcance era la de poder dormir bien. Ni siquiera le preocupaba que las trincheras fueran pequeñas. No había recibido ninguna orden al respecto.

Esta reducción del campo de visión obviamente condujo a una simplificación sin precedentes de su psicología y su comprensión de la vida. ¿Qué hacen los hombres en «Sin novedad en el frente», de Erich Maria Remarque, cuando no marchan o se sientan encorvados bajo una lluvia de granadas? Comer y dormir. A veces los matan o los hieren. Morir significa que se los saca de la colectividad a la que pertenecen. Por lo tanto, no solo quedan fuera del número de los vivos, sino también del registro de los seres humanos. Que te hieran significa obtener un permiso y recuperar la personalidad individual. Pero esto no es más que una ilusión. Cuando Paul, la figura central de «Sin novedad en el frente», vuelve a casa para descansar, se da cuenta de que ya no encaja en su entorno anterior. Ha visto demasiado en las trincheras como para entender otra cosa.

– A veces, en el libro de Remarque, los hombres escriben cartas a casa. Lo hacen impulsados por un sentido inconsciente del deber, sin tener de hecho ninguna necesidad real de hacerlo, sin sentirlo. Se trata de un rasgo atávico de la época en que aún no se habían borrado sus caras, cuando todavía vivían su propia vida personal y no tenía nada que escribir en las cartas. – ¿Sobre qué debería escribir? se pregunta Paul, si en casa no van a entender nada.

¿Cómo podrían entender? ¿Cómo podrían entender que Paul, un joven de 20 años, guarda en el cajón de su escritorio en casa «un drama comenzado, Saúl, y algunos bosquejos de poesía»? De repente se ha convertido en algo completamente diferente, un fragmento de la masa, el soldado desconocido, un vacío. ¿Cómo es posible que alguien entienda que acaba de convertirse en un héroe?

«Todo lo que solía ser ya no es válido y usted todavía no lo sabe», dice Remarque al final de su libro. La destrucción de la individualidad ha llegado a su fin. Sólo han quedado los que reúnen las características comunes. Todos quieren vivir, todos quieren comer, todos quieren dormir. Todos están cansados. Todos saben que deben arrojarse al suelo cuando cae una granada. – Si al principio de «Sin novedad en el frente» todavía se distingue entre tú y yo, los límites se van difuminando y se mueven neblinosamente entre sí. Pero en esta neblina brilla el rostro indiferente y cansado del soldado desconocido.

– «Cayó en octubre de 1918, un día tan tranquilo, tan quieto en todos los sectores, que el comunicado oficial se limitó a la frase: «Sin novedad en el frente»» – La muerte del soldado desconocido Paul no podía ser de otro modo: impersonal, sin ningún significado ni importancia: sin novedad en el frente occidental.—- «Su rostro tenía una expresión tan serena que parecía estar contento de haber terminado así.» – llama de gas, que arde indiferente sobre la tumba vacía.

– Así acaba Remarque su libro. Ha cumplido su misión, dibujar el retrato de un ser humano llamado Paul que se había convertido en un vacío. Uno puede seguir «Sin novedad en el frente» a través de este proceso de aniquilación.

Aunque en el cajón del escritorio de la casa de Paul se encuentre el drama comenzado Saúl y haya escrito en los años escolares algunos poemas, desde el principio fue una excelente medianía. De lo contrario, Erich Maria Remarque nunca habría sido capaz de crear este nuevo tipo de héroe. Ya su primer conflicto en la escuela de reclutamiento con el oficial clandestino Himmelstoss marca el comienzo de la destrucción de su débil individualidad. Los cuatro años en las trincheras completan el trabajo iniciado por Himmelstoss. Entonces, ¿en qué se diferencian Paul y sus camaradas? En que Katczinsky puede conseguir comida, Kemmerich tiene un par de buenas botas, que heredan tras su muerte sus amigos en perfecto orden sucesivo. No hay otras diferencias.

Una consecuencia directa de esto es la amistad masculina en «Sin novedad en el frente». No se basa en una razón ideal, sino en el parecido perfecto entre psicología y vida. Es una necesidad de comida y de bebida. Reúne los fragmentos en un todo, porque el deber únicamente no es capaz de hacerlo. Esta amistad, por lo tanto, es también impersonal e independiente de que los hombres se conocieran de antes o no. Lo que se busca es sobrevolar la tierra de nadie hasta las trincheras enemigas, que también están en la tierra de la desesperanza y el sufrimiento, y matar al enemigo, no por antipatía contra él, sino porque es el enemigo y te has acostumbrado a hacerlo.

– «Las únicas personas en «Sin novedad en el frente» sobre las que se habla mal son todos aquellos que de alguna manera permanecen fuera de la masa, los que todavía conservan su fisonomía personal. Por eso se le tiene un profundo odio a los aviadores.

En la tumba del aviador hay clavada una hélice de su aeroplano, en vez de una cruz. Esto no es un gesto vacío. El aviador no tiene nada en común con el soldado desconocido. El aviador es ante todo una individualidad.

Su tipo deriva directamente de los héroes de guerra del pasado, con sus torneos y su honor de caballeros. El aviador se lanza a un duelo en el aire, desde donde las trincheras no son más que una imagen borrosa y continua. Los desprecia. Ni siquiera le importa usar su espada, la ametralladora, contra ellos, y lanza bombas cuidadosamente, sin importarle donde caen.

¿Acaso es extraño que los soldados en «Sin novedad en el frente» odien a los aviadores? Les recuerdan sus vidas pasadas, cuando tenían aún un rostro propio y se encaraban al mundo con él. Y algo borroso y sofocante se eleva en su interior; los últimos restos del antiguo yo, que por un momento revolotean en un ardiente y audaz recuerdo.

El aviador usa una máscara. Protege su rostro de las corrientes de aire, pero le impide mostrarlo al mismo tiempo. Su desprecio por la masa es también sólo una máscara, que es fría y se inclina sobre las trincheras que se encuentran debajo. Pero detrás del gorro del aviador no hay más que una hilera de dientes hundidos y un corazón que late sin comprender el ritmo del motor. El aviador no está dominado. Sólo está solo.

La guerra mundial ha permitido que el caballero medieval se levante de su tumba, le ha enseñado a cuidar motores de bencina y le ha puesto (en vez de visera) una mascarilla en la cara. Pero el mundo ha cambiado desde la última vez que lo vio. Se había vuelto tan extraño; de modo que huyó a las estrellas. Y como era un aristócrata, lo dignificó.

De ahí su romanticismo. De ahí las muchas películas de aviadores de los últimos años. Las novelas de aviadores, sin embargo, se cuentan con los dedos. La literatura de hoy no tiene tiempo para las románticas perturbaciones individuales.

[Tumba al soldado desconocido, Kaunas, Lituania]

Texto original sueco. Den okände soldatens grav

Över den okände soldatens grav i Paris brinner en gaslåga.

Den okände soldaten var en hjälte som föll i världskriget. Vad han hette, vom han var, vet vi inte. Vi vet bara att han var en hjälte och böjer därför knä inför honom. Oeh emedan han inte äger ett enda drag medels vilket vi kunde föreställa oss honom som människa, låta honom leva vidare i vårt medvetande, finns i stället för kistan med hans stoft ett tomrum, och över dotta tomrum brinner ingen levande eld, utan en livlös, jämn gaslåga.

Detta är ingen hädelse. Förut hyllade man stora krigares kvarlevor. De hade varit personligheter och ägde skarpskurna, grymma drag. Nu dyrkar vi den på varje individualitet blottade bråkdelen av massan, en bråkdel, som är så försvinnande liten att den blir ett tomrum. I bägge fallen böjer man knä inför samma symbol. Krigaren-personligheten, det är hjälten från en redan förfluten epok. Den okände soldaten är vår tids hjältetyp och har blivit frambragt av världskriget.

Världskriget medförde en fullständig omvärdering av den enskildas insats och betydelse i striden. Det strök ut de sista resterna av den från medeltiden härstammande envigekampen och ersatte begreppet personlighet med fullkomligt nya begrepp: massa och teknik. Soldaten fick inte längre vara aktiv — aktiviteten hade blivit lämnad åt kanonerna och maskingevären — han måste endast kunna hålla ut i skyttegravarna och bida sitt öde. Denna passivitet begränsade självfallet hans synfält till ett minimum, han visste icke ens vem som hade övertaget för tillfället, fienden eller han. Förresten var det honom kanske likgiltigt. Krigets strategiska förlopp rörde honom inte det ringaste, och den enda känningen av segerruset som han hade, var att han fick sova ut ordentligt. Och överhuvudtaget angick honom världen utanför skyttegravarna bra litet. Han hade inga order beträffande den.

Denna begränsning av synfältet medförde självfallet en oerhörd förenkling av hans psykologi och livsyttringar. Vad syssla männen i Erich Maria Remarques »Im Westen nichts Neues» med, när de inte marschera eller sitta hopkrupna under granatregnet? De äta eller sova. Ibland bli de dödade eller sårade. Att bli dödad betyder för dem att ställas utanför kollektivet som de tillhöra. Därmed strykas de inte bara ut ur de levandes antal, utan också ur människornas överhuvud. Att bli sårad betyder åter att få permission och på nytt bli en personlighet. För resten är detta en illusion. När Paul, centralgestalten i »Im Westen nichts Neues», kommer hem för att vila ut, märker han att han inte längre passar in i sin forna omgivning. Han har fått se för mycket ute i skyttegravarna, för att förstå någonting annat.

— Ibland skriva männen i Remarques bok brev hem. De göra det snarast av omedveten pliktkänsla, något faktiskt behov därav känna de ej. Det är ett atavistiskt drag från tiden då deras ansikten ännu ej blivit utsuddade, då de ännu levde ett eget personligt liv och hade någonting att skriva om i sina brev. — Vad skall jag skriva om? frågar sig Paul, där hemma kommer de ju ändå inte att förstå.

Och huru skulle de också kunna förstå? Huru skulle de kunna förstå, att av 20-åringen Paul, i vare skrivbordslåda hemma ligger »ett påbörjat drama »Saul» och några dikthäften», plötsligt blivit någonting så helt annat, en bråkdel av massan, den okända soldaten, ett tomrum. Huru förstå att han just därigenom blivit en hjälte?

— »Allt som var förut gäller inte mera, och man vet inte längre av det», säger Remarque i slutet av sin bok. Individualitetens förintande har nått sin fullbordan. Endast de för alla gemensamma dragen ha fått stå kvar. Alla vilja leva, alla vilja äta, alla vilja sova ut. Alla äro trötta. Alla veta att de böra kasta sig till marken när en granat slår ned. — Om man i början av »Im Westen nichts Neues» ännu kan skilja mellan du och jag, så suddas gränserna efterhand fullständigt ut och flyta i ett sotigt töcken över i varandra. Men ur detta töcken lyser den okända soldatens likgiltigt-trötta ansikte fram.

— »Han föll i oktober 1918, på en dag, som över hela fronten var så lugn och stilla, att armérapporten inte innehöll mera än en enda sats: på västfronten ingenting nytt.» — Den okända soldaten Pauls död, sådan att den inte kunde vara annorlunda: opersonlig, utan varje mening eller betydelse: på västfronten ingenting nytt.–––-»Hans ansikte såg ut, som om han varit nöjd att det gått så» — gaslågan, som likgiltigt och jämnt brinner över den tomma graven.

— Så slutar Remarque sin bok. Han har fullföljt uppgiften, som han ställt sig, att skildra huru människan Paul blev ett tomrum. Man kan i »Im Westen nichts Neues» sida för sida följa denna förintelseprocess’ förlopp.

Fastän Paul hemma i sin skrivbordslåda har det påbörjade dramat »Saul» och under sin skoltid skrivit dikter, var han alltifrån början en utpräglad genomsnittsmänniska. Annars hade Erich Maria Remarque aldrig av honom kunnat skapa den nya hjältetypen. Redan hans första konflikt i rekrytskolan med underofficeren Himmelstoss påbörjar förintelsen av hans svaga individualitet. De fyra åren i skyttegravarna avsluta det av Himmelstoss påbörjade verket. Varigenom skilja sig Paul och hans kamrater sedermera ifrån varandra? Katczinsky kan skaffa mat, Komme-rich har ett par fina stövlar, vilka hans vänner efter hans död ärva i tur och ordning. Andra olikheter finnas ej.

En direkt följd härav är vänskapen, som råder mellan männen i »Im Westen nichts Neues». Den bygger på ingen ideell grund, utan på den fullkomliga likheten i psykologi och livsyttringar. Den är ett livsbehov som mat och dryck. Den förenar bråkdelarna till ett helt, emedan plikten ensam ej är i stånd därtill. Denna vänskap är därför också den opersonlig och oberoende av om man känner varandra från förut eller ej. Den söker sig till oeh med över den döda zonen till de fientliga skyttegravarna, emedan också de därborta äro ens jämlikar i smuts, hopplöshet och lidanden, och man dödar fienden, icke därför att man skulle hysa någon antipati mot honom, utan emedan så skall vara och man blivit van vid det.

— De enda som männen i »Im Westen nichts Neues» tala illa om, äro alla de, vilka på något sätt stå utanför massan, som ännu ha sin personliga fysionomi kvar. Därför hysa de ett djupt hat till flygarna.

På flygarens grav spikas propellern ifrån hans maskin i stället för korset. Detta är ingen tom gest. Flygaren har med den okände soldaten ingenting gemensamt. Han är framför allt en personlighet.

Hans typ härleder sig direkt ifrån krigshjälten från fordom, med envigekamp och riddarära. Flygaren duellerar oppe i luften, varifrån skyttegravarna te sig som suddiga, fortlöpande streek. Han föraktar dem. Han bryr sig inte ens om att använda sin värja, maskingeväret gentemot dem, utan fäller vårdslöst ner bomber, utan att se efter vem de träffa.

Är det härefter kanske underligt att männen i »Im Westen nichts Neues» hata flygarna? De påminna dem om deras tidigare liv, när de också hade ett eget ansikte och ville trotsa världen med det. Och någonting suddigt och kväljande stiger opp i deras inre; de sista resterna av det gamla jaget, som för ett ögonblick flamma opp till ett brännande, yrvaket minne.

Flygaren bär en mask. Den skall skydda hans ansikte mot luftdraget, men hindrar honom samtidigt ifrån att visa det. Hans förakt mot massan är också det bara en mask, som kall och spörjande böjer sig ned över skyttegravarna djupt under sig. Men bakom huvan finnas endast en rad sammanbitna tänder och ett hjärta som oförstående stapplar i motorns takt. Flygaren är ingen övermänniska. Han är bara ensam.

Världskriget har låtit medeltidsriddaren stiga opp ur sin grav, lärt honom att sköta benzinmotorer och satt (i stället för visiret) en flygarmask framför hans ansikte. Men världen har förändrats sedan dess han sist såg den. Den hade blivit så främmande; därför flydde han opp mot stjärnorna. Och emedan han var en aristokrat, gjorde han det värdigt.

Därav hans romantiskhet. Därav de många flygfilmerna under de senaste åren. Däremot äro flygar-romanerna lätt räknade. Litteraturen har för närvarande ingen användning för romantiska enstöringar.

Henry Bergson: «Kriget och det internationella kulturarbetet» (2 mayo 1915)

Emilio Quintana Pareja
Estocolmo, Suecia

La guerra y la lucha cultural internacional

Traduzco la respuesta a una cuestión que el diario sueco Svenska Dagbladet planteó a Henri Bergson sobre «la guerra y el trabajo cultural internacional», publicada el domingo 2 de mayo de 1915.

Som svar pa den fråga, som ni är vänlig ställa till mig, kan jag blott upprepa vad jag sedan flera månader svarar alla, som fråga mig om det framtida inflytande, som ögonblickets händelser skola komma att utöva inom den intelektuella och andliga världen: nämligen att förutseendet i ett dyklit ämne förefaller mig absolut omöjligt. Det tillstånd, vari själarna skola befinna sig dagen efter kriget, blir beroende av det sätt varpå de utvecklat sig under själva kriget: men denna utveckling beror av ett så stort antal orsaker, omständigheter och tillfälliga händelser, att jag för min del känner mig fullkomligt ur stånd att formulera en prognos. Ursäkta mig därför och mottag, hr redaktör, försäkran om min utmärkta högaktning.

En respuesta a su pregunta, que ha tenido la amabilidad de plantearme, sólo puedo repetir lo que he estado respondiendo durante los últimos meses a todo el que ha preguntado sobre la influencia que en el futuro tendrán los eventos trascendentales que están teniendo lugar en el mundo intelectual y espiritual: a saber, que me parece absolutamente imposible tener perspectiva para hablar sobre un tema de esta naturaleza. El estado en el que estarán las almas después de la guerra dependerá de la forma en que se desarrollen durante la guerra misma: pero este desarrollo se debe a un número tan grande de causas, circunstancias y eventos ocasionales que me siento completamente incapaz intelectualmente de formular un pronóstico. Ruego, por tanto, me disculpe, y acepte, Sr. editor 1, la seguridad de mi mayor estimación.

  1. En esta época se trataba del Dr. Helmer Key (1864-1939)

L´impacte de la Primera Guerra Mundial a Catalunya (revista Afers, 89, 2018)

Emilio Quintana Pareja
Estocolmo, Suecia

    Reseña | Andreu Navarra Ordoño (ed.): L´impacte de la Primera Guerra Mundial a Catalunya. Afers, 89, 2018

Por fin se ha publicado el esperado dosier de la revista Afers (89, 2018) dedicado a L´impacte de la Primera Guerra Mundial a Catalunya, que ha coordinado nuestro querido Andreu Navarra Ordoño, miembro del Comité de Redacción de Hallali.

El dosier consta de 5 artículos que ocupan las páginas 19 a 132, casi la mitad del contenido de la revista, si bien en la sección bibliográfica («recensions») encontramos 7 páginas más (237-243) dedicadas a un par de libros recientes sobre el mismo tema. Un total de 120 páginas. 1

Con esta iniciativa no se pretende ofrecer un panorama completo sobre la Gran Guerra en Cataluña, algo que en buena parte ya se ha acometido con algunos libros (a cargo del propio Andreu Navarra (UOC) o del admirado polígrafo Maximiliano Fuentes Codera, uno de los historiadores más activos y recomendables sobre la Gran Guerra), sino en profundizar sobre algunos aspectos concretos que reubiquen el mapa de la investigación en curso.

Tras una breve introducción del coordinador, Josep Fontana (Universitat Pompeu Fabra) hace un resumen impecable de «La Primera Guerra Mundial», con el que estamos básicamente de acuerdo, y en el que, además, podemos encontrar algunos detalles que aportan valor añadido a su contribución, ya que nos hacen reflexionar desde una perspectiva poco usual; por ejemplo, los motivos del genocidio de los armenios por parte de los turcos, o la continuación de la guerra hasta 1923 (poco se suele hablar del destino de los griegos de Anatolia).

Josep Lluís Martín i Berbois (Memorial Democràtic) publica un exhaustivo estudio sobre la neutralidad catalana centrado en «La posició política dels membres de la Lliga Regionalista davant la Gran Guerra». Martín i Berbois analiza las diferentes posiciones que los miembros de la Lliga van tomando a medida que avanza el conflicto, y analiza acertadamente las posiciones de Francesc Cambó -a destacar, su artículo de primera hora sobre la resistencia de Bélgica ante Alemania, que le será reprochado al final de las hostilidades-, y de Eugeni d´Ors -su dimensión europeísta, cercana a la Sociedad de las Naciones que impulsa el grupo de Romain Rolland. El autor hace también un profundo análisis de los equilibrios de la neutralidad, desde el punto de vista político (la gran actividad que despliega la Mancomunitat de Catalunya frente al perfil «inepte» e «inactiu» del Gobierno de España), y económico (los beneficios de vender a los países en guerra). El autor demuestra que la modorra de Madrid tuvo en Cataluña el efecto de posicionarse como motor de la nación, pero también como vanguardia de una futura federación ibérica (iberismo), tema que podemos considerar de plena actualidad hoy en día 2. Finalmente, se toma nota de cómo el gran triunfo de la Lliga en las elecciones de 1916 no cuaja en resultados políticos concretos, a pesar de la entrada de Cambó en el Gobierno central, sino que acaba con la salida de Prat de la Riba de la Mancomunitat

Xavier Pla (Universitat de Girona) se encarga de profundizar en la germanofilia catalana tomando como objeto de estudio «L´Alemanya negra, de Manuel de Montoliu. Itineraris creuats, línies de continuitat i ruptures entre germanofília, hispanofília i catalonofília». En la línea de lo que en su día apuntó Francisco Ayala, y que cada vez tiene mayor sustento probatorio, se vincula la figura de Manuel de Montoliu (Barcelona, 1877-Tarragona, 1961), y de la germanofilia catalana en general, a un proceso que terminaria con la adhesión al franquismo durante la Guerra Civil:

Quan s´abordi definitivament el seu estudi i, sobretot, quan es reflexioni sobre les figures que la van encapçalar (Pere Barnils, Antoni Griera, Esteve Terrades, Ramon Rucabado, Faustí Vallvé, Pere Bosch Gimpera, Jordi Rubió i Balaguer…) serà problablement ivevitable relacionar-la amd les posicions posteriors dels intel-lectuals catalans durant la Guerra Civil espanyola i el primer franquisme.

Este estudio de Pla era absolutamente necesario, ya que Manuel de Montoliu es una figura que elabora posiblemente el mayor corpus ensayístivo e intelectual de la germanofilia española, asociado a una manera de entender una España federal al estilo de Alemania, es decir, opuesta al jacobinismo francés. Montoliu considera a Cataluña como la Prusia española, y así se encarga incansablemente de dejar constancia en los numerosos artículos (en castellano) que publica fundamentalmente en el periódico El Día Gráfico y en Germania. Revista de confraternidad hispano-alemana (Barcelona, 1 marzo 1915-15 noviembre 1918). La España federal y germanófila de Montoliu se sustenta en un expansionismo antifrancés (recuperación del Rosellón y de Marruecos), y antisajón (recuperación de Gibraltar), lo que representa una versión castiza del irredentismo italiano, que encarnan figuras como Gabriele d´Annunzio (inevitable no recordar la campaña de Fiume, que hemos reseñado en esta revista), o Marinetti: «¿Comprenden ahora nuestros aliafófilos que nuestra germanofilia no es sino pura hispanofilia?», dice 3. La riqueza de ideas de este ensayo de Xavier Pla dará fruto, sin duda, en posteriores estudios, puesto que está lleno de sugerencias a explorar.

Francesc Montero (Universitat de Girona) se encarga de situar en su justa medida la intervención de los voluntarios catalanes en la guerra, un tema sobre el que arroja nueva luz mediante el estudio de campo sobre fuentes primarias. Esta vuelta a los archivos puede resultar menos amena, pero es absolutamente necesaria. Su estudio destruye varios mitos: no hubo 12.000 voluntarios catalanes, sino poco más de 1.000, y la mayoría eran ciudadanos franceses de origen catalán (caso de Fredreric Pujulà, nacido en Palamós en 1877, pero ciudadano francés). Más que voluntarios hubo soldados movilizados, caso de Pujulà, convertido en icono periodístico catalanista gracias a las crónicas que manda desde el frente a El Poble Català. La importancia de Pujulá radica en la excelente calidad literaria de sus crónicas, y en el realismo con el que refleja la guerra, es decir, en su falta de épica y heroísmo, en un manera que tendrá su continuación a finales de los años 20 con las novelas de la guerra:

El volum de Pujulà va a ser reeditat al voltant d´una dècada més tard, concretament el 1929, coincidint amb la renovació de l´interés editorial pel testimoni directe de les experiències de la guerra i la publicació a tot Europa de nombroses narracions que tenien com a eix central la memòria del conflicte.

Montero trata también sobre los intentos de crear una Legión Catalana, así como otras iniciativas de Hermandad con Francia, que tendrán un dudoso éxito. El intento de convertir al voluntario catalanista Ferrés-Costa en icono del voluntario nacionalista catalán chocará, además, con la escasa calidad literaria de sus cronicas, truncadas definitivamente por su temprana muerte (mayo de 1915). Montero se ocupa de algunas otras figuras menores en esta línea (no se olvida de los carlistas), pero concluye considerando que Fredreric Pujulà es la única figura que puede ser equiparada a la del cronista-soldado, tal y como se entiende en la amplísima bibliografía de que disponemos ya en países como Francia o Inglaterra. De ahí la importancia de sus dos libros de crónicas: De la trinxera estant (Barcelona, 1918), y En el repòs de la trinxera. Cartes del soldat a l´amic (Barcelona, 1918). El último ha sido reeditado filológicamente en 2006.

El último ensayo de este dosier imprescindible, coordinado por Andreu Navarra, se titula «L´efímer frenesí de l´armistici des de les pàgines del diari aliadòfil La Publicidad (1918)», a cargo del conocido investigador Joan Safont (Universtat de Girona), autor del clásico Per França i Anglaterra! La Primera Guerra Mundial dels aliadòfils catalans (Acontravent, 2012). Safont utiliza un tono algo zumbón muy agradable (que se encuentra también en Sagarra y en Pla), sin dejar de aportar el máximo detalle acerca de la manera en que el dinero de los hermanos Tayà sirve para comprar una cabecera en horas bajas y convertirla en el órgano más serio de la aliadofilia y, como consecuencia, del catalanismo que verá en las tesis de Wilson el camino hacia la soberanía nacional. Todo ello de la mano del ex diputado e inspirado francófilo Amadeu Hurtado. Es un placer leer la prosa de Safont, que nos lleva de banquete en banquete, de discurso en discurso, de legación en legación, de homenaje en homenaje (telegramas que no falten), en lo que fue también un movimiento popular que ocupó las calles, ante el disgusto esperpéntico del Gobierno Civil. Que nada de esto sucediera en Madrid es una evidencia de cómo la guerra se había vivido de forma diferente en cada ciudad.

Este ensayo me ha sido, por lo demás, de gran ayuda personal, a la hora de enmarcar la numerosa contribución del escritor polaco Tadeusz Peiper en La Publicidad. No falta (afortunadamente) la dimensión poética, a la hora de glosar la relación entre Josep Maria Junoy y Guillaume Apollinaire, que difunde en Cataluña la figura mediadora de Joan Pérez-Jorba. Sobre este tema, les remito a mi ensayo sobre traducciones catalanas en revistas belgas de vanguardia. 4

Estamos ante una gran recopilación de trabajos que nos permiten profundizar en un campo que lleva tiempo abierto, en exploración. No cabe duda de que, a partir de este dosier, podrán darse nuevos pasos más firmes a la hora de seguir comprendiendo la importancia de la Primera Guerra Mundial en la cultura catalana y española. Felicidades a Andreu Navarra Ordoño, como coordinador científico del dosier, por su intelegencia a la hora de detectar huecos que había que completar y acoger a los autores que podían hacerlo, así como a la revista Afers por haber publicado estos trabajos en tiempo y hora.

NOTAS

  1. David Martínez Fiol habla sobre la reedición en un volumen (Barcelona, 2016) de la magna obra de Antoni Rovita Virgili, La Guerra de les Nacions -publicada originalmente en 5 volúmenes en 1925-, mientras que Lucila Mallart reseña La gran guerra a les comarques gironines (Girona, 2015), de Maximiliano Fuentes Codera.
  2. Recordemos que Francisco Ayala en el prólogo a La cabeza del cordero (1949) sitúa en la Primera Guerra Mundial, en la división entre aliadófilos y germanófilos, el origen de la España moderna
  3. Manuel de Montoliu: «Programa de conquista», El Día Gráfico (10-X-1916), p. 3.
  4. Emilio Quintana Pareja: «El Ultraísmo español en las revistas de la primera vanguardia belga: poesía y grabado en madera (Amberes-Bruselas, 1920-1922). 1611. Revista de Historia de la Traducción, nr. 6 (2012) (Universitat Autònoma de Barcelona)

Lírica de obuses y amapolas. Una aproximación a la trilogía de la guerra de Jesús Zomeño (Elche, 1964)

Juan C. Lozano Felices
Elche, España

[El escritor Jesús Zomeño ante el espejo]

Dice Rafael Reig que hay libros que son de uso tópico, como una pomada. Se ponen en el sitio adecuado, en una mesa o en la librería y hacen su efecto, que es causar la adecuada impresión en las visitas, no hace falta ingerirlos. Otros libros, en cambio, son de uso interno. Hay que leerlos para que hagan efecto. Bien, la literatura de Jesús Zomeño es necesario ingerirla y puede causar dependencia. Son libros que hay que manosear e incluso hurgar en sus entrañas, en sus vísceras, que hay que subrayar y anotar para hacerlos un poco nuestros.

Cada libro de Jesús es fruto de un periodo de maceración, no sólo del texto. También lo es de purga interna y de introspección, de reflexión y crecimiento personal. No podemos decir que la trilogía de la guerra de Zomeño entre dentro de lo que se ha dado en llamar novela histórica. La guerra aquí es un pretexto, un telón de fondo sobre el que se proyecta lo puramente humano en una circunstancia de excepción como es la guerra. Su estilo nos aleja tanto de los autores a los que hay que leer como si se tratara de un jeroglífico, intentando adivinar de qué están hablando, como de las devaluaciones de la realidad a las que nos tienen acostumbrados muchas novelas que pasan por históricas. Esos, libros de templarios y demás enigmas, que Reig clasifica como parafarmacia.

Hacia la trilogía de la guerra

Durante los años ochenta y noventa, conocemos a Zomeño como poeta y como editor de poesía en la sugestiva y elegante colección “Diarios de Helena”. Nuestro autor, antes de comenzar a escribir sobre la Primera Guerra Mundial, es un auténtico especialista en este conflicto y un coleccionista de objetos de aquella época. Tiene una amplia colección de cascos, fotografías, condecoraciones y documentos de todo tipo y es capaz de discutir durante horas si la pintura de un casco es original o no o si un barboquejo pertenece o no al casco que acaba de adquirir en una subasta de internet o discutir durante horas sobre la procedencia de una condecoración, a partir del mero examen del objeto. Yo tengo la certeza de que Jesús, más que en la literatura o en la historia, encuentra su inspiración en esa naturaleza muerta, en esos objetos que un día pertenecieron a alguien, insuflando nueva vida a quienes fueron sus dueños hace más de un siglo.

Los que tenemos la fortuna de frecuentar el caldero literario de Jesús, sabemos bien cómo empezó todo. Comencé a recibir una serie de cuadernillos por correo durante el año 2003, con más o menos periodicidad mensual. Luego los iba dejando él mismo en el buzón cuando iba hacía su casa o me los entregaba cuando nos veíamos en los pasillos de los Juzgados, sacándolo del maletín como un ilusionista que sacase un conejo de la chistera. Con el comienzo del año 2005 los cuadernillos ya vienen con un título genérico: «En busca del Santo Grial», numerados, fechados y firmados y ya centrados en la Primera Guerra Mundial. Iconográficamente se distinguían por llevar un dibujo basado en una famosa foto de Hurley donde la silueta de una línea de soldados avanza y va desapareciendo según avanzan los cuadernillos, mientras otros soldados nuevos se incorporan por la izquierda. A veces, por Navidad o en verano, la entrega era especial y venía con alguna foto. Durante ese año la periodicidad no era fija, pero en algún momento llegó a ser semanal.

La trilogía de la guerra

Estos cuentos eran algo realmente novedoso para los que conocíamos a Jesús que, de esta forma, ensanchaba y renovaba su obra. Poco a poco, parecía querer despojarse del lenguaje poético para darnos un estilo más realista y descarnado o también es posible que, al abandonar la estructura lírica, en realidad el hecho poético estuviese alcanzando unas cotas de hondura sorprendentes. Una selección de estos cuadernillos, se reúnen en el libro Cerillas mojadas (Editorial Denes, 2012) que fue premio Alhóndiga de narrativa breve. Entre estos cuadernillos y la aparición del libro en 2012, Jesús gana el Premio Café Mon de Palma de Mallorca con su libro Lengua azul (Sloper, 2008), que sirve de eslabón entre su primera etapa literaria y la nueva. “Lengua azul” conecta con su primer libro de cuentos, Cuestión de estética, editado en una fecha tan temprana como 1987, pero que en ningún modo parece una obra primeriza.

Hacía 2009 ya no hay cuadernillos. Adaptándose a dinámica de los tiempos, los relatos van apareciendo en diversos medios internautas pero sobre todo en la revista digital “Agitadoras”, dirigida por Joaquín Llorens desde la luminosa Mallorca. Los relatos vienen acompañados con unas maravillosas ilustraciones del artista vallisoletano, mallorquín de adopción, Fernando Fuentes “Miracoloso”. Entre 2009 y 2012, aparecen bastantes de los cuentos que luego conformarán el segundo libro de la trilogía, Piedras negras (Lengua de Trapo, Madrid 2014) en sus dos partes: “Metralla de cuerpos celestes” y “Mapas, 1916”, aunque la inclusión de dichas ilustraciones resultó inviable para la editorial. Este libro tiene una repercusión inusitada en los medios, recibiendo inmejorables críticas.

Pero con Piedras negras no se agotaban los relatos sobre la Primera Guerra Mundial, sus amigos estábamos al tanto de que, además de los cuentos que integraban ese libro, el autor trabajaba al mismo tiempo en otros que quedaron cerrados con posterioridad a la publicación de aquel, bien porque el resultado no le convencía o porque estaban entonces inconclusos, o porque no pasaban de ser el embrión de un futuro cuento. Incluso me consta que uno de los que más nos gustaba quedó fuera por despiste a la hora de cerrar el libro para mandarlo a la editorial. Ese cuento perdido, que es “El urinario – Dublín, 1916”, pudo incorporarse luego al libro que es broche de su trilogía.

La idea de un tercer libro centrado en la Primera Guerra Mundial, comenzó a tomar cuerpo en algún momento entre la primavera y el verano de 2014. Un año después de la publicación de Piedras negras, Jesús Zomeño ya había concluido varios de esos cuentos que habían exigido un replanteamiento y que el paso del tiempo y la escritura de nuevos relatos, le había permitido retomar con mejor perspectiva. Hay épocas en las que Jesús escribe de forma compulsiva, que alterna con la dura pero necesaria fase de corrección. Estos relatos fueron escritos porque tenía necesidad de escribirlos, pero no porque pensara en publicarlos. Tras Cerillas mojadas y Piedras negras, la creatividad de Jesús va por delante de su obra publicada y ya estaba enfrascado en otra serie de relatos que nada tienen que ver con los de estos libros, son los cuentos ambientados en los años ochenta. Jesús no quería volver a repetirse, pese a considerar los cuentos que ahora tiene inéditos como los mejores de su ciclo de la Primera Guerra Mundial. Entonces, felizmente, entra en juego la editorial Contrabando. El editor Manuel Turégano ha contado alguna vez que conoce a Jesús Zomeño al tener que presentar de rebote el libro “Piedras Negras” en la Biblioteca Municipal de Valencia y tener que leer el libro deprisa y corriendo. Turégano queda vivamente impresionado y, en una apuesta personal, le pide a Jesús un libro con esos cuentos inéditos. Además se propone unir lo que el destino editorial había separado en Piedras negras, las ilustraciones de Miracoloso. Más que un complemento, esas ilustraciones, y no sólo por el hecho de haber visto la luz de forma conjunta, las veo como parte indivisible de los relatos de Zomeño, como si hubieran nacido de una misma inspiración.

En Editorial Contrabando

Así llegamos al año 2016, como el “annus mirabilis” de Jesús Zomeño. La editorial Contrabando edita, como acostumbra, con muy buen gusto, sobriedad y elegancia, De este pan y de esta guerra y después del verano la editorial mallorquina Sloper edita Querido miedo donde Jesús proyecta una mirada entre nostálgica y elegíaca ante la década de los ochenta publicado por Sloper en 2016 y que Andreu Navarra calificó acertadamente como “una radiografía del fracaso” 1. Dos libros de plena madurez en la trayectoria de Jesús pero con registros e intenciones singulares, dos lecturas distintas pero igual de magnéticas. Ambos libros aparecen en 2017, como candidatos a los Premios de la Crítica Valenciana. Yo no sé si esto ha ocurrido anteriormente con algún autor. Evidentemente, debe ser algo bastante excepcional el que dos libros de un mismo autor sean escogidos, y dentro de la misma categoría, a competir por los Premios de la Crítica. Y, a Jesús le es concedido el Premio precisamente por este libro, De este pan y de esta guerra. Y ese galardón, de alguna forma hace revivir el libro, que había aparecido un año antes, y lo lleva al primer plano de la actualidad literaria, con nuevas reseñas y nuevas entrevistas a su autor.

Las historias de De este pan y de esta guerra transcurren, en su mayoría, en la retaguardia, en las ciudades, donde, pese a no llegar el estruendo de los cañones, la guerra proyecta su ominosa sombra. Pese a ser un libro transitado por soldados no hay aliento épico en sus páginas. Las páginas de este libro están pobladas de unas criaturas sin majestad ni elevada conciencia en sus objetivos cuyas siluetas se recortan en unos paisajes con nombres conocidos como Dublín, Londres, Viena o Moscú, capitales de una Europa que ya no volvería a ser la misma. A veces, es como si Jesús nos contase la historia de un desmoronamiento personal, el relato de una catástrofe a cámara lenta. Jesús parece dotado de una formidable lente de aumento para descubrir en sus personajes el más mínimo gesto o detalle, sus pasiones y hasta sus sentimientos más profundos. Las alambradas son de espino, pero también son morales y las hay, tanto en el frente como en las ciudades. Nadie mejor que Jesús lo ha explicado en alguna ocasión: «La guerra sólo es una circunstancia donde los hombres intentan seguir con sus vidas… Fatalismo, ironía y humanidad de los que nunca pretendieron ser héroes e intentaron ser felices a pesar de todo”.

Guerra y pan (2017)

Falta aún, el capítulo final hasta ahora: Guerra y pan. El ilustrador Miracoloso y el escritor han encontrado ya un acomodo perfecto el uno en el otro y, por otra parte, la editorial le pide de Jesús que haga una especie de separata con tres o cuatro cuentos que sirva como apéndice para acompañar al libro; y que, por supuesto, contenga alguna ilustración de Miracoloso. Pero lo que Jesús le presenta al editor no es esa separata para que vaya unida al libro premiado que va ya con una faja en la portada a modo de condecoración. Lo que Jesús presenta es un libro con nueve relatos nuevos y que tiene más de ochenta páginas, lo que viene a ser más de la mitad en extensión de lo que tenía el libro anterior. Como dice el texto promocional de la contraportada, ese anexo ha devenido “un libro autónomo y autosuficiente” y aparece como un libro más en el catálogo de la colección.

Estilísticamente, el eje narrativo se ha desplazado desde Cerillas mojadas. Si, al inicio de la trilogía, en los relatos de trinchera, Jesús nos cuenta la historia desde afuera, ahora es como si Jesús nos contase una historia; o mejor dicho un conjunto de historias dentro de la historia, engarzadas de forma magistral, recurriendo a una estructura de cajas chinas. Otra idea a tener en cuenta es la del mosaico, formado por teselas de diferentes materiales. A veces, al dar vida a un personaje, Jesús cuenta su historia, como si fuera una anécdota, y pasa a otra cosa. Es otro de los elementos distintivos de su obra: el apunte, la anécdota, la sugerencia sin mayor explicación. Por utilizar algún símil cinematográfico, Jesús es un escritor de fundidos, a veces utiliza el zoom o el travelling de forma absolutamente lúcida. Su morfología narrativa, el fraseo y el ritmo de su prosa, ese lenguaje alumbrado de melancolía, son deudores de su capacidad poética.

Jesús Zomeño nos habla en sus libros de la absurda destrucción que es la guerra en pleno siglo XX, del reverso horaciano que sirvió al poeta inglés Wilfred Owen como modelo para un memorable poema. Pero también nos habla de la felicidad de escribir, de alguien que disfruta enormemente con lo que hace. Jesús parece haber nacido para contar historias y la escritura deviene en él una necesidad vital. Jesús es capaz de desentrañar y hacer entendible ante un profano el más arduo e intrincado problema jurídico o de formarse en su mente, en apenas un minuto, el argumento y desarrollo de una historia de ficción para uno de sus cuentos. No creo equivocarme si digo que la ilusión por escribir, su pasión por crear haya desaparecido de su horizonte, si siquiera ha menguado un ápice, desde aquellos primeros poemas de juventud, desde aquel poema con el que ganó un certamen estudiantil. Si una palabra define a Jesús, su carácter y su fondo, como una marca, es la ilusión. Ilusión por vivir, ilusión por crear. Su obra entraña una gran coherencia interna. Tanto en así que, desde su primer libro, parece que toda su obra estuviese perfectamente planificada desde el principio, como un proyecto en continuo desarrollo y transformación; y, desde luego no es una obra de circunstancias ni marcada por las tendencias o por las modas. Es una obra personal y única que tendrá que sobrevivir.

El dolor y la revolución (un relato inédito de Jesús Zomeño)

Jesús Zomeño
Escritor
Ilustración inédita de Fernando Fuentes ‘Miracoloso’

-¿En qué piensa cuando le duele tanto?

-¿De verdad quiere saberlo? ¿Por qué?

-Es mi primer día. Necesito entender lo que tengo que sanar…

-¿Quiere saber lo que siento? Enfermera, para hacerse una idea, quiébreme los dedos de la mano, uno a uno, y así sentirá el mismo dolor que yo siento. Conviértase en mi verdugo, tortúreme… Su conciencia se lo impide, es cierto, por eso mismo se lo pido, hágalo… Es horrible para usted, lo sé, pero insisto. Sufrirá tanto al hacerlo que entonces sabrá lo que sufro yo. Se le romperá la mente, lo rechazará, le entrará el pánico… Cuando esté quebrándome a mí los dedos, uno a uno, los dos sentiremos lo mismo…

-No, no quiero saber lo que siente, lo que quiero es saber en qué piensa cuando sufre… ¿Piensa en Dios? ¿Encuentra consuelo en él?

-El único consuelo es la furia. La furia restaura la justicia, en eso pienso… El dolor es el colmo de la pobreza. Por eso rompo constantemente cosas en mi cabeza, una detrás de otra, es lo justo. Tiro los vasos de cristal, luego los platos. Pienso que rompo sillas contra la pared, cualquier silla. Los cuadros de las paredes, uno a uno… No puedo concentrarme en ordenar las cosas que destrozo, en el caos nada tiene sentido ni armonía. Cuando me duele mucho, grito imaginando que lo destruyo todo para hacer justicia…

-No debe dejarse llevar por el odio, tiene que dominar el dolor para sacarle provecho… Atletismo. ¿Alguna vez ha corrido por deporte? Todo se basa en acompasar la respiración al ritmo de las piernas. Si logra el equilibrio, el camino le resultará ligero. Cuando llegue a un repecho, acelere la respiración, también cuando quiera ir más deprisa. Inhalar es la pierna derecha, exhalar es la pierna izquierda… el dolor puede ser algo parecido… domínelo para sacarle provecho, eso lo hará mas fuerte.

-Pero yo no quiero resignarme, acostumbrarme al tormento, lo que yo quiero es justicia. Además, usted se conforma porque viene de un mundo plácido que trata de conservar y la cura le supone un feliz camino de regreso. Sin embargo, para mí, la curación es otro abismo. ¿Para qué quiero curarme? Yo necesito una revolución, también por eso es tan importante romper cosas, para cambiarlo todo.

-El sufrimiento no rompe las cosas, el sufrimiento las une, querido amigo –le responde solícita la enfermera, moviendo los dedos en el aire, delante de sus ojos, para que los observe y se relaje, como si lo hipnotizara-. Pero el dolor es necesario, es lo que nos mantiene unidos. Fíjese, por ejemplo, en nosotros, estamos aquí uno al lado del otro solo porque usted está herido. Si estuviera sano y fuera feliz, no estaríamos juntos…

El razonamiento lo desconcierta. Puede que tenga razón, superficialmente es así, pero ese conformismo le resulta burgués y reaccionario. ¿Dónde estaba ella cuando Semión Zajárovich degolló al capitán y proclamó la independencia de lo poco que quedaba de la compañía, para rendirse a los alemanes? Todos los hombres lo vitorearon. También pasaron a cuchillo al sargento, porque se opuso, y a Alexander porque era necesario hacerlo, aunque gritara ser bolchevique, ya que se llamaba como el Zar. Los simbolismos abren los caminos a la esperanza y aquel pobre herrero de Tomsk sirvió como ejemplo de lo que había que hacerle al Zar.

Después de ejecutar a Alexander, los revolucionarios volvieron la cabeza y se fijaron en el herido, un guiñapo echado en el suelo y desangrándose, porque dos días antes le había alcanzado metralla en el vientre. Él no formaba parte del nuevo mundo cuando Semión Zajárovich se amotinó, ya estaba herido y la esperanza le era ajena. Por eso, todos se marcharon y lo dejaron atrás, para que se muriese, porque ellos pretendían avanzar sin mácula y sin reproche alguno al futuro…

-El dolor se calma rompiendo cosas, enfermera –insiste el soldado ruso herido, intentando olvidar a Semión Zajárovich-. He roto miles de cuadros, lámparas, alfombras, camas y mesas… lo he roto todo. He imaginado casas y palacios solo para entrar y devastarlos, hasta he tenido que inventar ciudades para romper más cosas. Solo me consuela destruirlo todo…

-Es usted un intelectual, querido amigo. Pero ya le digo que el dolor debe inspirarnos construir cosas, no romperlas. Además, no queda morfina…

La enfermera justifica el sufrimiento, pero si el dolor fuera necesario entonces las víctimas serían culpables, mereciendo ese castigo. Pero no es cierto, el dolor no discrimina, no señala a los culpables ni salva a los inocentes, por tanto el sufrimiento solo puede provocar la revolución, obligarnos a cambiar las cosas…

Semión Zajárovich, después de amotinarse y matar al capitán, declaró el derecho de los rusos a convertirse en alemanes. Al proletariado no se le pueden imponer límites, ni siquiera impedirles ser alemanes. Es su derecho natural a decidir, los convenció Zajárovich. Nadie le encontró sentido al razonamiento, pero Semión había probado ya el sabor de la sangre y sus hombres le tenían miedo. También lo amaban, es cierto, porque anhelaban la paz y era lo que él ofrecía.

Los supervivientes de la compañía salieron de la trinchera, con la bandera blanca, abandonando al herido tumbado en el suelo, desangrándose. Semión Zajárovich había dicho que lo dejaran allí, muriéndose, porque iban a rendirse, fundirse en un abrazo fraternal, y resultaba incómodo llegar con un herido. Los alemanes podrían entender que llevaban a un moribundo como reproche. Era preferible que nada recordase que había mediado sufrimiento o rivalidad entre ellos.

Los revolucionarios llegaron a las trincheras enemigas y los alemanes, tan prácticos, quisieron probar la fidelidad de los rusos que se habían rendido y los lanzaron contra las trincheras francesas. Les propusieron que si arrasaban a los franceses, un tren los devolvería a su patria rusa. Era absurdo, pero una promesa era una promesa, y Semión les había prometido la felicidad a los suyos. Por eso no cuestionaron las órdenes y aceptaron la prueba, cogiendo sus fusiles y atacando a los franceses, para que la guerra terminase pronto.

-Estamos locos, enfermera, lo estamos… Barrieron a mis compañeros antes de que alcanzaran las posiciones francesas, los alemanes lo sabían, que los iban a matar, pero ellos, los rusos, lo habían olvidado. Sin embargo, murieron con esperanza porque les había bastado la promesa de creer que si lo lograban, los alemanes los sacarían de inmediato de allí. Después de tres años, por fin habían tenido esperanza, siquiera durante diez minutos, una trinchera más, solo una, la última… bastaba solo eso para volver a casa y abrazar a sus hijos y a sus esposas… Pero Semión Zajárovich era un hombre práctico, al que le gustaban los mártires solo como ejemplo, y volvió a la trinchera rusa para refugiarse, donde yo seguía herido, porque desde allí no disparaba nadie. Vimos morir a todos y él se supo liberado para volver a ser zarista hasta mejor ocasión, aunque tuviera que matarme, porque yo era el último testigo de su infamia… “Soy yo, Semión, tú me conoces, soy el hermano de tu esposa, tus hijos son mis sobrinos”, le recordé cuando me apuntó con el fusil. Me contestó que el mundo se abría paso devorando a sus hijos, para que naciesen otros mejores… Palabras, las palabras lo protegían, salían de su boca como escudos. “Mi hermana no tiene la culpa, no es justo que ella tenga que amar a mi asesino, ha sido siempre dócil y cariñosa contigo y con los niños”, insistí… Pero equivoqué el argumento, porque la pobreza lo humillaba y enervaba su ánimo, al recordarle a esos cinco hijos cubiertos de piojos y pasando hambre… Me gritó que ahora yo era su enemigo y que los sentimientos no salvan a nadie, que la moral es un truco burgués y que el proletariado debe imponer solo la supervivencia… Entonces me disparó, hundió la metralla que yo tenía ya dentro del estómago, y le devolví el tiro, le di en la cabeza para que dejara de pensar… Semión Zajárovich murió feliz, sin remordimientos, la revolución tiene esa mística de las certezas…

La enfermera sigue a su lado, pero no comprende el final de la historia porque olvidó contarle a ella el principio. El soldado tiene fiebre. Cuando los franceses ocuparon la trinchera que los rusos habían abandonado, lo encontraron a él tendido en el suelo. Dieron por hecho que se había negado al amotinamiento y lo trataron como a un héroe.

-Enfermera, la desgracia no tiene remedio, hay que sublevarse, agitarlo todo y llamarse Semión Zajarovich cuantas veces haga falta…

-Usted fue víctima de la revolución –la enfermera le acaricia la fiebre, está ardiendo-, ahora está a salvo… Tranquilícese, soldado, esa herida en la cabeza le hace delirar…

Guillermo de Torre y la primera Guerra Mundial (1915-1917)

Carlos García
Hamburgo, Alemania
[carlos.garcia-hh@t-online.de]

[column]A comienzos del siglo XX, la juventud de Europa se dejó sumir en un remolino de sangre y fuego, en primer lugar por la inepcia de gobernantes, pero a menudo también con un entusiasmo digno de mejor causa.

Los ecos de la mal llamada “Gran Guerra” llegaban a España como con sordina, ya que los focos de combate estaban muy alejados de la frontera española. A pesar de las simpatías del gobierno por el bando alemán, España permaneció neutral, pero en la sociedad se formaron bandos en apoyo de uno u otro de los partidos en pugna: los “germanófilos” y los “aliadófilos”. [/column][column]La intelectualidad se decantó, en general, en favor de los aliados. Así lo hicieron Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Ramón del Valle-Inclán, Luis Araquistain, Manuel Azaña, Corpus Barga y otros, hasta Ramiro de Maeztu.

Anunciando ya evoluciones nefastas y preferencias nefastas, Pío Baroja y Jacinto Benavente se pronunciaron por los germanófilos. La juventud intelectual estaba, en general, a favor de Inglaterra y Francia, y del intervencionismo.

Tal fue también el caso, como se verá, de Guillermo de Torre (1900-1971), aún un escolar cuando se desató el conflicto (28 de julio de 1914).

Ya al año siguiente, publica su primer texto al respecto, una breve prosa 1[/column]

***

1. Guerra cruel (11-IV-1915)

En un pasaje redactado en 1955 de Tan pronto ayer. Memorias de mi vida literaria (ABC Cultural, Madrid, 20-VIII-2000, 6-7, pero que yo cito del manuscrito), Torre relata:

Un buen día me encuentro escritor. Recuerdo mi asombro un domingo, al comprar en un quiosco de la Plaza Celenque, una revistilla El Estudiante El Defensor de la Juventud, adonde osadamente había enviado un mínimo artículo y encontrarlo impreso, con mi nombre debajo. No acababa de creérmelo. Era una rapsodia de lecturas. Algo sobre la guerra y la huida de los moradores de un pueblo ante el enemigo y los bombardeos. Guerra cruel o algo así se llamaba aquel balbuceo.

La duda de Torre es más bien un recurso retórico, ya que al escribir tenía su original a la vista, que se conserva aún hoy en su archivo. Norah Borges (a quien Torre desposó en 1928) anotó sobre la portada de la revista “1915” y “Primer artículo”. No parece haber motivos para dudar del aserto. El texto rezuma indirectamente una actitud pacifista o, al menos, de conmiseración con los sufrientes. Su estilo es algo ingenuo, provinciano, pero debe recordarse que es la obra de un jovencito de hace 100 años.

[I]
Guerra cruel

[El Defensor de la Juventud II.22, Madrid, 11-IV-1915, 8]

Nieva lenta, tenazmente, formando una nueva capa en la sábana que no ha mucho se ha cerrado, para convertirse en blanco sudario de muchos hombres, que, buscando la vida, hallaron la muerte audaz…

La nieve, que semeja una blanca aureola en las cumbres, confundiéndose con el triste cielo, contrasta con la visión que en la llanura se ofrece, hollada bárbaramente en su virginal blancura por los desmanes de los hombres.

Solo se turba su misterioso recogimiento al desplomarse grandes masas de nieve y hielo, que parece como si ansiaran borrar prontamente los vestigios de los héroes anónimos, que en la tierra ha poco perecieron…

***

Distínguese allá abajo una larga mancha negra, que contrasta en tanta limpidez como pequeña barquichuela en las inmensidades de un océano…

Avanza rápidamente… es la triste huida, la desbandada de un pueblo amenazado…

Hombres, ancianos, mujeres, niños, van tristes, silenciosos, abatidos como si ya pesase sobre sus espaldas el bárbaro yugo de la esclavitud. Van a la desbandada, en vehículos de todas clases, caballerías, algunos penosamente andando… producen una sensación dolorosa… llevan en sus caras impreso el terro, la desesperación, y al volver la vista, sin querer entrever el enemigo, no muy lejano, tienen todos un ademán amenazador… ¡Es el pueblo que huye; es la guerra que avanza!

Y siguiendo aquel doloroso desfile, se encontrará su punto de partida: es una blanca aldea, que se destaca en la inmensa llanura por la alta torre, sus casitas blancas…

***

Nieva lenta, tenazmente, como si quisiera, con su inmensa blancura, tapar las vergüenzas de los hombres…

Guerra… guerra; parece decir el imperativo sonido de unas trompetas que se acercan; y la nieve, en su monótono caer, que en tono de reproche, por el pueblo que se aleja, contesta: cruel… cruel…

G. de Torre

***

2. Cuentos de la guerra: El dolor de morir. 26-XI-1915

[Foto de Rafael Barradas (1890-1929), director artístico de la revista de Zaragoza Paraninfo]

El siguiente texto de Torre relacionado con la guerra tiene un estilo y una intención similares al anterior, con el que parece haber conformado una serie más larga. Apareció en la revista Paraninfo, de Zaragoza (1914-1916), donde su amigo Rafael Barradas detentó el cargo de director artístico a partir del número 47, del 7 de octubre de 1915 2.

La primera noticia acerca de la existencia de Paraninfo la obtuve de la edición comentada de Literaturas europeas de vanguardia a cargo de José Luis Calvo Carilla (2002), quien menciona cuatro aportes de Torre a la revista.

Ese dato fue después precisado y aumentado por otra fuente, esta vez de primera mano: el 11 de febrero de 2005 recibí una gentil carta de Miguel de Torre Borges (Buenos Aires), quien, entre otros materiales, me hizo llegar copias de 11 fichas bibliográficas hechas por su padre (Torre acostumbraba hacer esa clase de listados; también los hay posteriores). Allí vi por primera vez el título aquí registrado, en la ficha número 4.

El texto no se encuentra en el archivo de Torre, pero entre tanto se puede acceder a él porque se conserva una colección casi completa de la revista en la Universidad de Zaragoza, gracias a una donación que se le hizo en el 2013 (Pablo Rojas y yo planeamos dar a luz todos los textos de Torre de la etapa pre-ultraísta).

Torre intenta en este breve relato no solo reproducir el ambiente de la trinchera, sino que agrega un componente psicológico. Aparece aquí, acaso por primera vez en su obra, la escritura como motivo.

[2]
Cuentos de la guerra: El dolor de morir

[Paraninfo 52, Zaragoza, 26-XI-1915, 6]

El tiroteo ha cesado. La última detonación ha repercutido aislada en el momento que el Sol transmontaba la alta colina que da frente a la trinchera enemiga.

Diríase era una tregua de respeto que los combatientes guardaban al llegar el crepúsculo.

La tierra pronto aparece cubierta por una sutil neblina que hace confusos los objetos, presentándolos como sombras fantasmagóricas ante la vista de más de un peludo.

En la trinchera —larga, uniforme e interminable— sólo se ve de vez en vez alguna boca de fusil, que asomando por los intersticios, avizora en la noche la presencia del enemigo.

En el interior de la trinchera predomina el desorden; un desorden pintoresco que bien indica ser alojamiento de hombres poco meticulosos y sí exigentes de sitio seguro que les resguarde de las inclemencias del tiempo y de los efectos de la metralla.

Encima de tablones, que para preservarse de la humedad colocan, tienen colchonetas y sacos vacíos, sobre los que se agrupan los poilus 3,en grupos que ellos forman, por la agregación de los que entre sí simpatizan, y desperézanse al primer cañonazo en una charla bélica y alegre.

Otros menos joviales y más melancólicos, que no gustan de expansionarse, arrincónanse solitarios, añorando los días de paz en el hogar feliz…

Muchos de ellos, pluma en ristre, aprovechan aquellos momentos de calma para escribir a sus deudos y amigos sobre un improvisado pupitre.

Hay uno —tal vez el más joven —Jorge— que obstínase en trazar unas letras que se le deforman al correr de la pluma sobre el papel. Cansado, abandona su escritura, y en furor trágico aprieta los puños, los alza amenazadores… y después baja la vista airada humildemente…

Una sarcástica carcajada resuena en sus oídos. Vuelve la vista y encuentra a su compañero, Armando, preso de sonora hilaridad.

Jorge suplica a Armando no turbe el silencio y le explica la pugna inútil por escribir a Josefina.

Armando y Jorge eran amigos desde los primeros años de vida. Nacidos en una misma comarca, compañeros de infancia, separados luego y vueltos a reunirse después en el momento de la movilización, dieron con sus cuerpos en el mismo regimiento.

La afinidad de ideas, las circunstancias de relación amistosa entre sus amadas, la recordación de los tiempos pasados juntos, acabaron por hermanar fuertemente la amistad.

Jorge y Armando, con prolijidad de detalles, se cuentan sus cuitas. La luz mortecina de la trinchera es sustituida por otras luces.

La noche cierra su obscuro manto. En el cielo resaltan las argentadas estrellas. Se siente una tranquilidad agorera.

De pronto, en lo alto, la inmensa negrura es rasgada y un punto blanco se precipita en la trinchera. Luego suenan dos detonaciones secas y aquella parte la trinchera remóntase en el espacio para volver a caer deshecha en confusión de hombres y escombros… Una llamarada inmensa se eleva en el aire y de la tierra surgen los reflectores indicando a las balas su trayectoria precisa.

Los motores de los taubes trepidan allá arriba sobre montones de carne humana…

***

Han vuelto a callar las baterías. Reanudada la calma en la trinchera y rehechos en parte los desperfectos causados por un fuego feroz, pásase lista de hombres, recogen las ambulancias a los heridos y se identifican los muertos.

Armando, vendada la herida del muslo que un casco de metralla le produjo, cuídase en remover escombros buscando a su amigo Jorge.

Al fin, éste es extraído con el cráneo magullado y el cuerpo cubierto de heridas.

Armando, a la vista del cadáver de su compañero más querido, llora, llora maldiciendo la guerra cruel.

De la guerrera de Jorge recoge una carta. La carta abandonada sin terminar.

Sus labios se contraen en un rictus de amargura y sus dedos quieren estrujar la carta que Jorge hubiera deseado mandar a ella como un presente de amor.

Mas reacciona a tiempo. En su mente surge una luz, la de la compasión, la del ocultamiento momentáneo. Aquella carta sería portadora del último momento de la felicidad del compañero, sentida cuando fue escrita.

Imita la letra de Jorge, y termina la carta.

¿Y después? Armando tuvo la visión del dolor acerbo en Josefina, al leer el parte oficial. Pero ¿por qué no hacerla soñar unos días? ¿Por qué no hacerla gozar con el recuerdo del amado unos instantes?

¡Oh, la demencia de los hombres! ¡¡Maldita guerra!!

GUILLERMO DE TORRE

Madrid y Noviembre de 1915.

***

3. Europa, muere, por Sinesio García. 10-XII-1916

El tercer testimonio del joven Torre relacionado con la guerra es la reseña reproducida a continuación. Lamentablemente, como no he logrado ver el libro comentado por Torre, no estoy en condiciones de aquilatar si su positivo juicio sobre él es acertado o no.

En cuanto al estilo de Torre, se advierten ya en este precoz texto algunos tics idiomáticos que le atraerán burlas poco más tarde. Entre el texto anterior y el siguiente, Torre ha entrado en contacto con círculos literarios de Madrid, lo que ha hecho estragos en él. Volveré sobre el tema.

La mayor sorpresa la suscita la identidad del autor comentado, Sinesio García. Su nombre verdadero y completo: Sinesio Vaudilio García Fernández; nacido el 20 de mayo de 1897 en Reyero (León), y fallecido el 18 de octubre de 1983 en Barcelona.

Esos datos poco dicen, pero la imagen cambia si se menciona el nombre bajo el cual hizo la mayor parte de sus publicaciones: “Diego Abad de Santillán”, el gran autor y militante anarquista español, que pasó varios años de su vida en Argentina 4.

[3]
Europa, muere, por Sinesio García.
Vol. I de El libro de España, Madrid, 1916

[Los Quijotes 43, Madrid, 10-XII-1916, 8] 5

En el descentramiento transmutador, que se deriva como estigma de la bárbara y prolongada lucha europea, impera, en cuanto a la percepción y exteriorización juzgativa y dictaminadora, una exacerbación apasionada, estulta, una acumulación de prejuicios denigrantes y una obcecación y una nesciencia abrumadoras…

Así, en este entenebrecido ambiente de la zona neutral, ha de hacerse resaltante, con luminosidades sugestivas y con resonancias triunfales, la opinión que surja íntegra, diáfana, argumentada, exenta de apasionamientos, de “filias” y de “fobias” populacheras y de falacias gafadoras… 6

Y he aquí que súbito, como síntesis de tal anhelo, esta opinión íntegra aparece. Y es el joven filósofo Sinesio García quien nos la ofrenda en su último libro, Europa, muere, como fruto de sus escrutaciones constantes, analíticas y deductivas. Y están en el libro en vislumbranza sus meditaciones serenas y patrióticas, desde su partida de América a las visitas de las naciones ahora en lucha 7. Van argumentadas y exornadas con innúmeras citas oportunísimas, delatoras de su portentosa y modernísima erudición.

Es Europa, muere el primer volumen de la serie que tiene proyectada de El libro de España. Aparecerá en breve el segundo, titulado Psicología del pueblo español 8. Acuciar a su lectura a los espíritus escrutadores ecuánimes de la guerra, es necesario, porque desconocer El libro de España será poseer patente afrentosa de nesciencia.

Y mientras aparece Psicología del pueblo español y el alma andariega de Sinesio García es aquietada en España, nos deleitaremos con la vislumbranza de su figura gallarda y sugerente murgueriana, exornada con su capa airosa, sus melenas decorativas y su robusto chambergo, surgiente entre nosotros en las diafanidades matinales de las silentes bibliotecas, o en las brumosidades vespertinas de los cenáculos gregueriescos…

Guillermo de Torre

***

El último párrafo permite apreciar algunos trasfondos.

En primer lugar, que el comentario de Torre es una especie de labor de amistad, ya que conoce a Sinesio García personalmente, amigo mayor en tres años, al que admira.

Abad de Santillán puede haber sido también el contacto de Torre con Los Ciegos. Revista mensual tyflófila hispano americana, fundada y dirigida por Antonio las Heras Hervás 9: Abad fue secretario de la revista en 1917-1918, y publicó en ella tanto bajo el nombre Sinesio García como bajo el seudónimo Diego Abad de Santillán. Torre, por su parte, publicó al menos una vez en ella: “Ritmos ultraístas: La ciega que se truncó rediviva”: Los Ciegos 13, Madrid, febrero de 1918, 8-10 (quizás también ya en 1917; cf. C. García 2016/09).

Ese texto es uno de los primeros que llevan el término “ultraísta” en el título, mucho antes de que Cansinos “inaugurara” oficialmente el movimiento con su entrevista en El Parlamentario a fines de 1918 10; ocupa algo más de dos páginas, y es desenfrenadamente neológico y esdrújulo.

Otros nombres notables pertenecientes al cuerpo de corresponsales de la revista Los Ciegos: Mariano Ciriquiain-Gaiztarro, de posterior participación en el ultraísmo, el murciano Juan Guerrero-Ruiz (de Murcia), amigo y cronista de Juan Ramón Jiménez. También Mauricio Bacarisse colaboró en ella (n. 12), o Antonio M. Cubero (n. 14); ambos jugaron un rol en el ultraísmo; Pablo Rojas publicará en breve la correspondencia del primero con Torre.

Se reseñan libros de Margarita Nelken o Ramón Gómez de la Serna, quien también escribió en ella (por ejemplo, en el número 14, de marzo de 1918: “Varios ciegos”).

Ramón y Rafael Cansinos Assens son las dos sombras que se reconocen detrás de Torre y de Sinesio García. Podría decirse que los efluvios vanguardistas ya han hecho presa de Torre, que intenta sin éxito apropiarse de cuanta novedad flota en el aire. Había publicado sus primeras glosas acerca del ambiente de Madrid en noviembre-diciembre de 1915, aún en un estilo aceptable, si bien algo tradicional. Pero pocos meses después trabará conocimiento con Rafael Cansinos Assens, y este lo derivará hacia Ramón Gómez de la Serna (la primera carta conocida de Torre a Cansinos es aproximadamente de octubre de 1916; di a luz ambas correspondencias: veáse C. García 2004 y García / Greco 2007).

Torre participó, en cierta medida (ya que no le gustaba la vida nocturna), de ambos cenáculos: más tradicional el de Cansinos, más moderno el de Ramón.

Sinesio García parece haber acudido al segundo, pero su indumentaria recuerda más bien la figura entretanto algo ridícula del bohemio embozado; a ellos alude el adjetivo utilizado por Torre: “murgueriana”, hoy en desuso, pero que en esa época era actual. Cansinos escribió sobre ello en varios pasajes de «La bohemia en la literatura» (Los temas literarios y su interpretación, 1924), condensando la que se convirtió en la opinión usual sobre el tema (Obra crítica, II, 653):

Una obra maestra, Scènes de la Bohème (1851), del parisiense Henri Murguer, que ha anulado a cuantas consanguíneas pudieron precederla o seguirla […] asume todo el sentido de esta literatura y traza sus rasgos canónicos. Desde su publicación, la vida literaria picaresca, que ya tenía su expresión en los libros, se bautiza con este nombre eufémico y se decora con el marco fastuoso del segundo imperio romántico.

(Véase también su libro Bohemia. Madrid: ARCA, 2002 y, sobre el tema en general, Jaime Álvarez Sánchez: “Bohemia, Literatura e Historia”: Cuadernos de Historia Contemporánea 25, 2003, 255-274.)

La presencia de Ramón se desprende, a su vez, del vocablo “gregueriescos”.

Solo conozco otra reseña de este libro de Sinesio García, aparecida en la Revista Castellana 16, Valladolid, noviembre-diciembre de 1916, 365 (“Registro bibliográfico”). El texto anónimo comienza con un grave error de imprenta: “Europa nueva”, en vez de Europa, muere.

Reproduzco la reseña completa, para que se la compare con la de Torre; resalta la diferencia de perspectiva entre ambos comentaristas:

Europa nueva [sic], de Sinesio García, es un libro grandemente patriótico. Estudia su autor el estado actual de nuestro continente, y supone, en relación con ello, que la situación de España no es un mal aislado e irremediable, sino el resultado de un fenómeno natural. “No creemos—dice—en las razas privilegiadas; la superioridad de algunas es sólo un momento de vida.” Y llega a la siguiente conclusión: “España duerme, en la época de su nacimiento tercero; si nace ahora, nace por tercera vez, y nacerá: Reich lo cree probable; Colajanni, evidente; yo, creo en la próxima resurrección… como creo en la muerte de Europa y en el nacimiento de otra Europa, esclava o libre; más rica o más pobre; pero al fin otra Europa, que no será como la que conocemos en el siglo XX de la Era cristiana y XXV de su edad histórica… Asistimos al crepúsculo de un mundo que muere…”.

Acerca de la Revista Castellana, creo que la caracteriza suficientemente decir que entre sus colaboradores de 1916 los más prestigiosos fueron Andrés González Blanco y Edmundo de Ory…

Retornando a Abad de Santillán, conviene citar el siguiente pasaje de la tesis de Pablo Rojas (2015, 262 n. 431):

En torno a 1918 […] se hallaba preso su amigo el escritor anarquista Diego Abad de Santillán por participar en la huelga general de agosto de 1917. Recuerda éste: “Otro de los visitantes [de la cárcel Modelo] era Guillermo de la Torre [sic], un joven que deseaba vincularse a los escritores de la bohemia madrileña y que empleaba un estilo raro y novedoso que bautizó como ultraísmo. Se abrió camino como crítico literario más tarde, y nuestros caminos fueron divergentes, aunque quizá no hostiles, pero la amistad que me testimoniaba en sus primeros años se aplacó o se extinguió luego” (Diego Abad de Santillán, “Memorias de una vida militante. I. Las cárceles de Madrid”, Historia 16, nº 18, octubre 1977, pp. 139-143, cita p. 143).

Diego Abad de Santillán (Memorias 1897-1936. Barcelona: Planeta, 1977, p. 41) recuerda del mismo modo en sus memorias el paso de Guillermo de Torre, acompañado por Antonio las Heras (director de la revista Los Ciegos), por la Cárcel Modelo.

Por estas fechas, Torre parece haber leído a menudo periódicos que oscilaban entre el liberalismo de izquierda y el anarquismo: en su texto “Con cursiva del diez. Cartas diáfanas (A ‘Provincianita’)”, aparecido en el liberal Diario de Huesca el domingo 19 de noviembre de 1916, menciona a Ángel Samblancat (nacido en Graus en 1885; muerto en el exilio mexicano en 1963), colaborador de numerosos periódicos del abanico liberal-republicano hasta anarcosindicalista 11:

Actuales ahora las cotidianas algaradas estudiantiles, aún lejanas las codiciadas vacaciones, agravadas persistentemente en Barcelona—al contrario del pacifismo que impera en los escolares de aquí—por un articulo en La Lucha, de Ángel Samblancat (¿recuerdas, Provincianita, aquel Samblancat, el “cachorro de Graus”, de las dentelladas en sus incisivas palabras, que en ti produjeron a su lectura a hurtadillas extrañas insinuaciones rebeliosas…?), que ha tenido unas palabras de torpeza acre para la esforzada estudiantina…

***

4. A los estudiantes españoles. 17-IV-1917

[Ejemplar de El Luchador, con el texto de la proclama estudiantil]

La progresiva politización de Torre está documentada por el siguiente texto, con el que se completa este panorama.

Se trata de una proclamación de adhesión a los fines de la “Liga Antigermanófila”. El texto no lleva firma; no parece proceder de la pluma de Torre, pero muestra, al menos, ideales que él compartía.

El ejemplar al que accedí, un recorte conservado en la Biblioteca Nacional de España (signatura Mss 22841/4 [3]) está dañado y le faltan algunas palabras. Se puede completar el texto, sin embargo, en base a su posterior publicación en otro periódico: El Luchador. Diario Republicano, Alicante, n. 1258, jueves 10 de mayo de 1917, 1-2 (cuyo conocimiento agradezco a Pablo Rojas).

(En el mismo número y página se comenta un discurso de Maura, que seguramente agradó “al núcleo de neutraleros germanoturcófilos”, pero que preocupa sumamente al redactor de la nota, quien al final exhorta a Unamuno y otros a que hablen, pues “España está en entredicho”).

[4]
NN
A los estudiantes españoles

[El Parlamentario, Madrid, 17-IV-1917]

Unos españoles amantes del Derecho, de la Justicia y de la civilización y amantes, también, de su Patria, con un amor desinteresado y noble, fundaron hace tiempo una Liga que se llamó antigermanófila por patrotismo y humanidad.

En su Manifiesto, publicado en diarios y revistas, dijeron al pueblo español los propósitos que dicha Liga ahijaba y definieron la significación de su política frente al conflicto internacional. Un éxito grande e inmediato correspondió a las aspiraciones de los organizadores, españoles de todas las clases sociales y de distintos matices políticos se ofrecieron a la noble empresa.

Nosotros, estudiantes madrileños, nos adherimos también, desde luego, entusiastamente a la Liga Antigermanófila, y con la autoriazción de su Directorio, procedimos a constituir el Comité Estudiantil Central y a cumplir la misión de fomentar entre nuestros compañeros de toda España la constitución de Comités que en los distintos Centros docentes representarán a todos los estudiantes a quienes un mismo ideal humano y patriótico les da nuevo título de compañerismo.

En esta labor nos alientan las constantes adhesiones que recibimos de compañeros de toda España. Pero advertimos en sus entusiastas cartas la demanda de instrucciones concretas sobre la manera de organizarse eficazmente para coadyuvar a los fines de la Liga Antigermanófila, y esto obliga a este Comité a hacer público, para que llegue a conocimiento de todos los estudiantes aliadófilos que, cualquiera que sea su número, deben constituir una Junta, nombrar esta de su seno un delegado por medio del cual se ponga en inmediata relación con el Comité Estudiantil Central, al cual, desde luego, se le considerará perteneciente, y comunicar al mismo la constitución de la Junta, dirigiendo la correspondencia a la redacción de España, Prado, 11 12.

Las difíciles circunstancias actuales que distintos y muy graves sucesos de orden internacional han creado a nuestra Patria, exigen de todo hombre de recta conciencia, de todos los hombres que sienten latir en su pecho los altísimos sentimientos de justicia, de patriotismo y de honor y dignidad nacionales, que se agrupen para combatir sin descanso a los peores enemigos de España, a los que, en nuestro propio solar, llamándose españoles, no se indignan ante el moderno crimen de quitar la vida al indefenso neutral y destrozar su riqueza; a los ciegos admiradores de las militaristas organizaciones imperiales que nuestros hermanos de raza en ambos continentes han condenado gallardamente, combatiendo con las armas o rompiendo el trato diplomático con esas naciones despreciadoras de la inviolabilidad y la eficacia de los tratados.

La juventud española que estudia debe levantar su voz virilmente y proclamarse defensora de la proverbial hidalguía hispana en esta hora histórica. Por eso y para eso hemos organizado la Liga Antigermanófila Estudiantil, y hoy nos dirigimos a todos los compañeros demandándoles fervorosamente que cooperen a la labor patriótica, humana, definida en el Manifiesto que a los españoles dirigieron los fundadores de la Liga Antigermanófila que se está constituyendo.

Por el Comité Estudiantil Central de la Liga Antigermanófila: Juan Chabás Martí, presidente. Virgilio Beléndez, vicepresidente. León Trilla, vocal. Manuel Ciriquián [i.e. Mariano Ciriquiain-Gaiztarro], vocal. Guillermo de Torre, secretario.

***

La Liga Antigermanófila había sido fundada por Miguel de Unamuno y otros a comienzos de 1917 (se la había anunciado ya desde septiembre de 1916, cuando menos, desatando ecos disímiles en la prensa).

Es probable que del filo entre los años 1916 y 1917 date la relación entre Torre y Unamuno (en todo caso, mantuvieron trato personal y correspondencia más tarde). Se adhirieron a esa Liga Antonio Machado, Américo Castro y otros. En 1917 fue su presidente honorario Benito Pérez Galdós.

Sobre el tema y el papel de Torre en ella, véase Pablo Rojas (2015, 259-260):

Su primera incursión pública, desde el punto de vista político, se produce con motivo de la Gran Guerra. En ella España, al lado de Suiza, Holanda, Noruega, Suecia, Islandia y, en un primer momento, Italia, se posicionó en la neutralidad. El gobierno mantuvo una postura equidistante y no optó ni por la causa aliada ni por la alemana. Ello no fue óbice para que la sociedad española se dividiera en dos grupos. De una parte el germanófilo, en el que se daban la mano la Iglesia, una parte del ejército y los partidos carlistas y mauristas, simpatizantes todos ellos de la disciplina, el antiliberalismo y el nacionalismo alemán. Frente a ellos se erigían los aliadófilos, una suma heterogénea de gentes que, a la vez que defendían la causa de Francia, buscaban un cambio de la España de la Restauración que derivara hacia la auténtica democracia y la justicia social. Como ya señalamos, el propio padre de Guillermo de Torre, el abogado y notario D. Guillermo de Torre Molina, se involucró en estas disputas, optando por la postura neutralista del gobierno 13. Su hijo, sin embargo, fue un punto más allá y tomó partido por uno de los bandos contendientes. El 18 de enero de 1917 se funda en España la Liga Antigermanófila cuya declaración fundacional apareció en la revista España ese mismo día 14. La Liga estaba presidida de forma honorífica por Benito Pérez Galdós y contaba entre sus directivos con Miguel de Unamuno, Manuel Azaña o Luis Araquistáin. Poco después, en mayo [recte: abril] de 1917, se crea otra asociación, la Liga Antigermanófila Estudiantil, hermana de la anterior y de carácter universitario, que perseguía fines similares: “fomentar entre nuestros compañeros de toda España la constitución de Comités que en los distintos Centros docentes representarán a todos los estudiantes a quienes un mismo ideal humano y patriótico les dé nuevo título de compañerismo” 15. Su presidente era Juan Chabás y su secretario Guillermo de Torre, por entonces un jovenzuelo de diecisiete años recién ingresado en la Universidad, no ajeno, sin embargo, a la pulsión de la actualidad política. De hecho, en el mismo manifiesto se anima a los jóvenes a implicarse en los problemas de su tiempo: “La juventud española que estudia debe levantar su voz virilmente y proclamarse defensora de la proverbial hidalguía hispana en esta hora histórica” 16 .

Torre, como se ve, se alía desde su más extrema juventud con las fuerzas de progreso, en este caso, con la causa de los aliados […].

En sentido similar trabajará Torre en el futuro: se declaró a menudo partidario de la República, y estuvo a favor de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, siempre alejado de los extremismos, pero con una firme convicción democrática.

(Hamburg, 3-IX-2017)

BIBLIOGRAFÍA

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Acosta López, Alejandro: “El debate entre aliadófilos y germanófilos en España en los años de la Gran Guerra” (consultado el 3-IX-2017).

Araquistáin, Luis: La revista España y la crisis del Estado liberal. Santander: Servicio de publicaciones de la Universidad de Cantabria, 2001.

Castán Chocarro, Alberto (2013): “Primeras referencias a la vanguardia en la Zaragoza de 1915: Futurismo, Cubismo y ‘Emocionismo’ en la confluencia con Rafael Barradas”: Artigrama 28, Zaragoza, Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, 2013, 425-437.

DBBEP: Manuel Aznar Soler y José-Ramon López García, eds.: Diccionario biobibliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939. Sevilla: Renacimiento, 2016, 4 tomos (Biblioteca del exilio, 30).

Díaz-Plaja, Fernando: Francófilos y germanófilos: los españoles en la guerra europea. Barcelona: Dopesa, 1973.

España. Semanario de la vida Nacional (1915-1924). Edición facsímil. Madrid: Topos-Verlag / Turner, 1982.

García, Carlos (2004): Correspondencia Rafael Cansinos Assens / Guillermo de Torre, 1916-1955. Madrid / Frankfurt am Main: Iberoamericana / Vervuert, 2004

García, Carlos (2016/09): “Guillermo de Torre: Bibliografía, I: 1915-1918. Con sus primeros dos textos (1915)”: academia.edu (subido el 19-IX-2016).

García, Carlos / Greco, Martín (2007): Escribidores y náufragos. Correspondencia Ramón Gómez de la Serna – Guillermo de Torre, 1916-1963. Madrid: Iberoamericana / Vervuert, 2007.

García Guatas, Manuel (1997): “Juventud y revistas culturales”: Artigrama 12, Zaragoza, De-partamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, 1996-1997, 605-625 (“Para-ninfo: portavoz de la efímera modernidad”, pp. 615-619.

Maestro, Francisco Javier: “Germanófilos y aliadófilos en la prensa obrera madrileña, 1914-1918”: La sociedad madrileña durante la Restauración, 1876-1931. Madrid: Comunidad de Madrid, 1989, 319-332.

Mintz, Frank / Fontanillas, Antonia (presentadores): “Diego Abad de Santillán. Historia y vigencia de la construcción social de un proyecto libertario. Textos y documentación”: Suplementos. Materiales de trabajo intelectual 36, Barcelona, enero de 1993 (contiene una amplia Bibliografía, también de las revistas en las que colaboró Abad).

Navarra Ordoño, Andreu: 1914. Aliadófilos y germanófilos en la cultura española. Madrid: Cátedra, 2014. (véase el comentario en www.revistahallali.com/2016/07/09/aliadofilos-y-germanofilos-una-actualizacion-necesaria-a-cargo-de-andreu-navarra-ordono-2014/).

Ramírez Benito, Penélope: “La Gran Guerra vista desde la intelectualidad de la revista España. Semanario de la vida nacional (1915-1924)”: Marie-Claude Chaput, Manuelle Peloille, coords.: Sucesos, guerras, atentados. La escritura de la violencia y sus representaciones. Paris, PILAR / Université Paris Ouest Nanterre La Défense, 2009, 57-82.

Rojas, Pablo: Guillermo de Torre y la cultura del exilio. (Tesis doctoral.) Madrid: UNED, 2015.

Rosa, Fernanda de la: Una utopía en rojo y negro. Diego Abad de Santillán y su influencia en el anarquismo argentino, 1897-1930. Madrid: EAE, 2012.

NOTAS

  1. Lo di a conocer en C. García 2016/09.
  2. Sobre la revista son recomendables los trabajos de García Guatas 1997 y Castán Chocarro 2013. La interesante revista Artigrama, donde aparecieron ambos, es accesible en línea.
  3. Así se denominaba coloquialmente a los soldados franceses de la Primera Guerra Mundial. Es el original de la palabra “peludo”, utilizada más arriba por Torre. (Sobre el sentido del término hay diversas hipótesis).
  4. Cf. DBBER 1, 4-7. Parte del archivo de Abad de Santillán se conserva en Amsterdam, junto al de otros anarquistas españoles, en el “International Institute of Social History” (IISH); véase aquí el catálogo: https://search.socialhistory.org/Record/ARCH00004. Otra parte se conserva en la Biblioteca Pública Arús de Barcelona.
  5. El original contiene numerosos errores de imprenta, aquí subsanados.
  6. El DRAE trae dos acepciones de “gafar”: (a) “1. tr. Arrebatar algo con las uñas o con un instrumento corvo; 2. tr. Componer con grapas los objetos rotos, principalmente los de cerámica.” (b) “1. tr. coloq. Transmitir o comunicar mala suerte a alguien o a algo”.
  7. Sinesio García había emigrado con su familia a América a muy temprana edad. En el año 1913 regresó a España para hacer su bachillerato.
  8. Madrid: Imp. de Felipe Peña Cruz, 1917 (pero fechado en Madrid en 1916).
  9. Sobre ella dice María Dolores Cebrián de Miguel (“Discapacidad visual y traducción”, 2007, 221-222): “En España, ya a principios del siglo XX y con motivo de la celebración de la Asamblea Nacional para el Mejoramiento de la Suerte de Sordomudos y Ciegos de 1906 se plantearon y debatieron no solo los aspectos relacionados con la educación, sino también los problemas de rehabilitación y acceso a un trabajo remunerado que planteaban las personas con distintas discapacidades. Poco después se publicaría la revista Los ciegos. Revista mensual tyflófila hispano-americana (1916-1939) y, en su segunda etapa, Los ciegos. Revista mensual tyflófila hispano americana y marroquí (julio 1940-noviembre 1941), una publicación periódica que integraba en sus distintas secciones traducciones de artículos extranjeros sobre reivindicaciones de los ciegos de otros países, o avances de tratamientos de las personas con deficiencia visual grave, amén de llevar ya incluido en su propio subtítulo esa vocación internacional de divulgación del conocimiento sobre la realidad de los ciegos a los países de su influencia político-lingüística.” – www.cvc.cervantes.es/lengua/esletra/pdf/04/028_cebrian.pdf, consultado el 4-IX.2017.
  10. Véase Andrew A. Anderson: El momento ultraísta. Orígenes, fundación y lanzamiento de un movimiento de vanguardia (Madrid / Frankfurt am Main: Iberoamericana / Vervuert, 2017) y mi reseña en Iberoamericana 66, Berlín, noviembre de 2017 (en prensa).
  11. Samblancat había tenido por estas fechas una “estrecha amistad” con Rafael Barradas; ambos colaboraban en Ideal de Aragón, “órgano de expresión de la izquierda radical” (Castán Chocarro 2013, 432-433), por cuyo intermedio puede haberlo conocido Torre.
  12. En este mismo órgano se había publicado el 18-I-1917 el manifieso de la “Liga Antigermanófila”. Acerca de la revista y su papel en la polémica, cf. Ramírez Benito 2009.
  13. Rojas alude a que ha dicho ya en página 31 de su libro lo siguiente: “También en La Correspondencia encontramos la firma de Guillermo de Torre Molina, sumándose a un manifiesto favorable a la decisión gubernamental de que España se mantuviera neutral durante la 1ª Guerra Mundial (“La neutralidad en España. Felicitaciones al Gobierno por el mantenimiento de la neutralidad”: La Correspondencia de España, Madrid, 18-IX- 1914, 4)”.
  14. AA.VV., “La Liga Antigermanófila. Manifiesto a los españoles”, España, nº 104, 18 enero 1917, pp. 4-5.
  15. AA.VV., “A los estudiantes españoles”, El Luchador, Alicante, 10 mayo 1917, p. 1.
  16. Idem, p. 2.

Can Atilla: Symphony No. 2, «Gallipoli – The 57th Regiment» (Bilkent Symphony Orchestra, Bürak Tüzün, Naxos, 2017)

Emilio Quintana
Estocolmo, Suecia

    Reseña | Can Atilla: Symphony No. 2, "Gallipoli - The 57th Regiment". Bilkent Symphony Orchestra, Bürak Tüzün, Naxos, 2017.

Conocemos numerosos testimonios artísticos de la importancia que la campaña de Gallipoli tuvo a la hora de conformar la conciencia nacional de Australia y Nueva Zelanda, que fueron los ejércitos aliados que lucharon contra los otomanos en esos acantilados.

Sin embargo, se ha difundido menos la visión turca del enfrentamiento, en el que participó el padre fundador de la Turquía moderna, Mustafa Kemal Atatürk. Uno de sus grandes difusores es el compositor Can Atilla (Ankara, 1969), que en 2012 le puso banda sonora a Çanakkale 1915, película turca que alcanzó cierto eco en Occidente.

A partir de la citada banda sonora, Atilla ha compuesto una sinfonía (2014), que no es un réquiem de guerra, sino una larga y demorada elegía de una hora, para orquesta, chelo (que actúa como elemento concertante) y voz de soprano.

Hay dos aspectos que resaltan inmediatamente al escucharla, en esta excelente versión de Naxos (grabada e interpretada por artistas turcos en su totalidad; algo que no sé si hoy sería posible, teniendo en cuenta las circunstancias políticas del país): por una parte, la fuerte impronta cinematográfica de la obra, que deriva de su origen primero, creando una atmósfera muy visual a través del sonido; por otra, la mezcla de referentes musicales, que le dan a la sinfonía un marcado carácter postromántico, que puede resultar modernamente anacrónico en un contexto turco (Mahler, Schumann, Wagner, Shostakovich, Britten…).

La obra está compuesta con motivo del centenario de la batalla de Gallipoli (2015). Fue estrenada en Ankara en presencia de más de 30 representantes de diferentes países, entre los que se contaba Carlos de Inglaterra. Por eso, a pesar de su carácter nacionalista (en referencia al heroísmo del 57 Regimiento Otomano, del que no sobrevivió un solo hombre), contiene un homenaje enormemente respetuoso por los soldados «anzac», que queda reflejado en las intervenciones de la soprano Angela Ahiskal, cuando canta unas palabras de Atatürk, en las que rinde homenaje a los soldados aliados y sus madres (tercer movimiento), y cuando canta -con reminiscencia de canciones folclóricas traídas desde el otro lado del mundo- el poema de John Le Gay Brereton (soldado Anzac) «Within my heart I hear to cry».

Esta nueva sinfonía de la Gran Guerra mantiene el carácter programático que es habitual en el género. Podrían citarse muchos ejemplos, como que el solo de chelo del segundo movimiento pretende retratar los sentimientos del Coronel Hüseyin Avni Bey, comandante del citado 57 regimiento turco (a tal nivel de detalle se llega). Este cedé de Naxos es muy digno, por calidad y precio. Y tiene a su favor el cromatismo nacional que se deriva de los participantes en la ejecución.

Borges y la antología «Die Aktions-Lyrik, 1914-1916» (Aproximación de Borges en 1921 en la revista «Ultra» de Madrid)

Carlos García
Hamburgo, Alemania
[carlos.garcia-hh@t-online.de]

[Este estudio es una ligera revisión efectuada por el autor en septiembre de 2016 del capítulo XII del libro El joven Borges y el expresionismo literario alemán. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, 2015, con el fin de que se adapte a las características de la revista online Hallali].

borges-en-mallorca-1919A un siglo del desastre, podemos comprender y juzgar hoy mejor lo ocurrido entre 1914 y 1918, en la llamada Gran Guerra. Millones de entusiastas voluntarios se inmolaron en aras del capital y de la estupidez de la clase dirigente, sobre todo de Alemania, Austria, Serbia, Rusia, Inglaterra y Francia. Muchos de los jóvenes que marcharon a la guerra cantando, retornaron tiesos en un ataúd, o se pudrieron descuartizados en el campo de batalla, donde se probaron por primera vez armas de destrucción masiva: nuevas bombas, lanzallamas, tanques, aviones, gases. La Primera Guerra Mundial marcó con sus nefastas consecuencias todo el siglo XX e influencia aún hoy, siquiera en parte, algunos conflictos a nivel mundial.

Fue indiscutido mérito de Franz Pfemfert y su revista Die Aktion el advertir desde el comienzo en contra de la guerra. Al jubiloso patriotismo de los gobiernos y de gran parte de las masas, al nacionalismo ciego, a la irracionalidad, opuso una visión universal, humanística de izquierdas, en un discurso coherente y, sobre todo, incansable. A las fantasías heroicas, opuso una versión realista, descarnada, a veces desesperada y a veces cínica de la guerra.

Sus armas fueron la agitación política, pero también la agitación poética. Ello se manifestó no sólo desde las páginas de Die Aktion, sino en una serie de siete libritos que la editorial dio a luz entre 1916 y 1922, bajo el común título de Die Aktions-Lyrik. He aquí el listado completo:

    1. Die Aktions-Lyrik. 1914-1916. Eine Anthologie («La lírica de la Acción», 1914-1916. Una antología), 1916.
    2. Jüngste Tschechische Lyrik. Eine Anthologie («La más nueva poesía checa. Una antología»), 1916. Entre los traductores figuraban dos personas relacionadas con Kafka: Otto Pick, un amigo de juventud, y Ernst Pollack, marido de su posterior amada Milena Jesenská.
    3. Gottfried Benn: Fleisch. Gesammelte Lyrik («Carne. Lírica reunida»), 1917.
    4. Wilhelm Klemm: Aufforderung. Gesammelte Verse («Exhortación. Versos reunidos»), 1917.
    5. Theodor Däubler (traductor): Der Hahn («El gallo»), 1917.
    6. Maximilian Rosenberg: Umwelt («Mundo circundante»), 1919. Hoy se traduciría el título por «Medio ambiente», pero ello falsificaría el asunto, suscitando en el lector asociaciones diferentes a las que se perseguían en 1919, que nada tenían que ver con la ecología.
    7. Oskar Kanehl: Die Schande («La vergüenza» o «El oprobio»), 1922. Contiene “Poemas de un soldado involuntario de la temporada asesina 1914-18”.

Este último libro es quizás el más encendido políticamente de toda la serie, pero las cotas poéticas más altas estan dadas, a mi entender, por los de Benn [3] y Klemm [4], así como por la primera «Antología», que paso a comentar.

altion-borgesDie Aktions-Lyrik. 1914-1916. Eine Anthologie (“La lírica de La Acción”, 1914-1916. Una antología), 1916.

Borges la reseñó en 1921 bajo el título: “Horizontes”: Die Aktions-Lyrik – 1914-1916.- Berlin” (Ultra 16, Madrid, 20-X-1921, p. [2]). Se trata de un volumen que estaba dedicado a poemas escritos desde el frente de la Primera Guerra Mundial, y traía versos de los siguientes autores [entre paréntesis anoto la cantidad de poemas de cada autor; de los autores marcados con asterisco trae Borges citas en su reseña]:

Kurt Adler (12)
Ludwig Bäumer (7)
Georg Davidsohn (1)
Walter Ferl (4) (*)
Jomar Förste (3)
Georg Hecht (1)
Hugo Hinz (1)
Oskar Kanehl (4) (*)
J. T. Keller (3) (*)
Wilhelm Klemm (12) (*)
Hans Koch (4)
Edlef Köppen (7),
Alfred Lichtenstein (1)
Erwin Piscator (3)
Otto Pick (1), perteneció al mismo grupo que el joven Kafka.
Hermann Plagge (3) (*)
Anton Schnack (4)
Hugo Sonnenschein (1)
Wilhelm Stolzenburg (2)
Alfred Vagts (4) (*)
Franz Werfel (2), otro amigo de juventud de Kakfa.

Al pie de la primera de las páginas dedicadas a algunos autores aparece en el libro un recuadro negro: allí se informa, cuando es el caso, que el poeta en cuestión falleció en el frente:
adlerKurt Adler: a la edad de 24 años en los primeros días de julio de 1916.
Walter Ferl: El 4 de octubre de 1915, a la edad de 23 años.
Georg Hecht: el 14 de mayo de 1915, con treinta años.
Hugo Hinz: con veinte años, el 7 de diciembre de 1914.
Alfred Lichtenstein: el 25 de septiembre de 1914, a la edad de 23 años.

Al fallecimiento de Adler dedica Erwin Pistorius además su poema “Kurd Adler getötet! (Juli 1916): ¡Kurd Adler asesinado! (Julio de 1916)”. Especialmente dramático es el caso del epígrafe al poema Klage in den Mond («Queja a la luna”), de Walter Ferl, en el que aparece la siguiente nota:

«El 4 de octubre de 1915, el día de su propia muerte, dedicó Walter Ferl este poema a su amigo muerto el día anterior, Richard Hirschfeld».

Algo similar, aunque ligeramente menos patético, ocurre con Alfred Lichtenstein. De su poema publicado en la Antología dice el editor que se trata del último que escribiera: está fechado el 16 de septiembre de 1914, nueve días antes de morir en el frente. De Lichtenstein se informa además, como excepción, que procedía de Wilmersdorf, barrio berlinés en que también estaba situada la redacción de la revista que dirigía Pfemfert, indicio de que quizás eran amigos… Si reproduzco estos detalles es para que el lector se sitúe mentalmente en la época, e intente leer el libro con los ojos del joven Borges.

Paso ahora a recopilar y comentar los fragmentos de los autores menores citados por Borges en su reseña 1. De más está decir que mis versiones no pretenden enmendar la plana a Borges, ni competir con él. Mi pedestre traducción aspira, apenas, a subrayar las variantes que Borges introdujo más o menos sutilmente en la suya.

1. Julius Talbot Keller (Aachen, 1890-1946)
Escritor y arquitecto alemán, colaborador de Die Aktion. La editorial de la revista publicó en 1918 su poemario Durchblutung, de menos de 30 páginas. En 1917, Keller abandonó el campo de batalla y se radicó brevemente en Suiza. Borges menciona sólo aquí a Keller. El fragmento citado reza:

Chillan las balas,
Pájaros astrales
De una fauna metálica sin sangre.

El original tiene otra repartición del texto, y dice (p. 50): «Geschosse beginnen zu zwitschern, astrales Gevögel aus einer blutlosen Metallfauna».
Una traducción más literal sería, pues, la siguiente: «Balas comienzan a trinar, pájaros astrales de una fauna metálica sin sangre» 2.

walter-ferl2. Walter Ferl (1891-1915)
Maestro (1911) y poeta alemán, muerto en la Primera Guerra Mundial, cerca de Frezenberg, en Francia. Su único libro: Hinter der Front. Sonette [Detrás del frente. Sonetos] Leipzig: Xenien-Verlag, 1914, 30 pp. (los poemas fueron escritos durante los tres primeros meses de la guerra.) Ésta es la única vez que Borges lo menciona:

Los heridos en las ventanas
como plantas marchitas

El verso de Ferl, procedente del poema titulado “Verwundete: Heridos” (p. 31) reza en alemán: «Wir ranken an den Fenstern auf wie Gewächse in kargen Töpfen».

Nótese que Borges cambia no sólo el contenido, sino también la voz poética, que en alemán dice: «Crecemos de las ventanas como plantas trepadoras [crecen] de pobres macetas».

kanehl3. Oskar Kanehl (Berlín, 1888-1929, suicidio) 3
Poeta, dramaturgo, director teatral y agitador político (de izquierda) alemán, Doctor en Filosofía (1913), uno de los editores de la revista Wiecker Bote (1913-1914), colaborador de Die Aktion y otras. En Die Aktion (III, 23-VIII-13, 813-815), publicó: “Futurismus. Ein nüchternes Manifest“: “Futurismo. Un manifiesto sobrio” (reproducido en Asholt / Fähnders 59).

En la Antología que nos ocupa aparecieron cuatro poemas de Kanehl: “Unterwegs”, “Auf dem Marsch”, “Schlachtfeld”, “Vormarsch im Winter” (pp. 44-47). Su obra lírica contra la guerra fue publicada años más tarde en forma de libro: Die Schande. Gedichte eines dienstpflichtigen Soldaten aus der Mordsaison 1914-18 [«La vergüenza o El oprobio de un soldado involuntario en la temporada asesina 1914-1918»] Berlín: Verlag der Aktion, 1922. La línea citada por Borges reza:

Las copas de los árboles penden como globos cautivos.

En original (p. 47): «Baumkronen hängen als groteske Fesselballons über der Erde».
Mi propuesta: «Las copas de los árboles penden sobre la tierra como grotescos globos cautivos» 4.

4. Hermann Plagge (Weener, 1888-Mainz, 1918)
Poeta alemán. Estudió filología moderna en Múnich y Berlin. Durante la Primera Guerra Mundial, en la que fue soldado, publicó poemas en Die Aktion y en Wiecker Bote (revista dirigida entre otros, como mas arriba queda dicho, por Oskar Kanehl). Murió accidentalmente, ahogado en el Rhin, sin haber llegado a publicar libro alguno. Borges lo menciona sólo aquí, al traducir parte del poema “Die Schlacht» («La batalla”, p. 97):

Sobre nosotros chorrean los schrappnels y cantan los insectos de las balas.
A un muerto lo arrojan por el parapeto como lastre de un barco,
y una tropa de hombres temerarios corren como jugadores de football.
De pronto no se sabe por qué está sin segar el trigo y las patatas se pudren,
y por qué hay formas pardas que hacia nosotros avanzan
enormes en la tarde
y alzan las manos en alto como mendigos extáticos.

Según insinué arriba, Borges deja de lado varios versos: de un total de 13, Borges traduce sólo los versos 4-6 y 10-13, sin señalar la cesura (entre “barco” y “y una tropa”):

Über uns zerspritzen die Schrappnells – singen die Insekten der Gewehrkugeln
Irgendwo im Graben schreit man kläglich nach Sanitätern
Ein Toter wird über die Brustwehr geworfen wie Ballast aus einem Schiff […]
und ein Trupp Verwegener rennt wie Fußballspieler davon.
Man weiß plötzlich nicht, warum das Korn hier nicht geschnitten ist und die Kartoffeln
faulen,
und warum die braunen Gestalten im Abend groß uns entgegenschreiten
und die Hände hochrecken wie verzückte Beter.

Mi versión:

Sobre nosotros chorrean al explotar los schrappnells – cantan los insectos
de las balas de fusil
Un muerto es arrojado por el parapeto como lastre de un barco, […]
y un grupo de hombres temerarios se escapa corriendo como jugadores
de fútbol.
De pronto no se sabe por qué está sin segar el trigo y se pudren las papas
y por qué las formas pardas avanzan grandes hacia nosotros en la tarde
y levantan las manos como mendigos arrobados.

lissauer 5. Ernst Lissauer (Berlín, 1882-Viena, 1937)
Conviene aclarar un malentendido. Según Juan Manuel Bonet, en su hercúleo y justamente reputado Diccionario de las vanguardias en España (Madrid, 1996, s.v. «Grecia»), dice que Borges habría traducido también un poema de Lissauer. La atribución, empero, es incorrecta. Por un lado, es muy improbable que Borges se interesara en Lissauer, ya que éste era nacionalista, antisemita y anglófobo. Véase por ejemplo su famoso “Haßgesang gegen England»: «Canto de odio contra Inglaterra”, en Deutsche Dichtung im Weltkrieg, 1914-1918. Bearbeitet von Ernst Volkmann («Poesía alemana en la Guerra Mundial, 1914-1918». Editada por Ernst Volkmann] Leipzig: Reclam, 1934, 92-93.

Por otro lado, la entre tanto aparecida reedición facsimilar de la revista Grecia (1998) permite comprobar que el poema de Lissauer en ella publicado fue traducido por el poeta español Rogelio Buendía 5.

pfemfert6. Franz Pfemfert (Gizycko, 1879-México, 1954)
No parece justo cerrar este capítulo sin dedicar algunos renglones a Pfemfert, el espíritu rector de Die Aktion. La vida de Pfemfert tiene varios aspectos curiosos.

Nació en una ciudad prusiana, que hoy pertenece a Polonia, llamada en su momento Lötzen, y ahora Gizycko. Pasó muy temprano con su familia a Berlín, donde comenzó sus estudios. Tras la muerte del padre, sin embargo, la madre decidió que él debía ocuparse del negocio de aves y pescados que pertenecía a la familia. Pfemfert prefirió huir y refugiarse un tiempo en casa de su abuelo, en Lötzen. De allí se fue por un año con un circo ambulante. Comenzó a publicar en órganos de izquierda o anarquistas hacia 1904 (Kampf, Der arme Teufel, Das Blaubuch, etc.). En 1910 fue “Schriftleiter” (redactor) de la revista Der Demokrat, de tendencias radical-democráticas.

Por una desaveniencia con el editor, Pfemfert se apartó de esa publicación y fundó Die Aktion, cuyo primer número apareció el 20 de febrero de 1911. Pfemfert fue un apasionado pacifista de izquierdas, cuya pertenencia a algún partido político fue cambiando con el tiempo, pero siempre a la izquierda del socialdemócrata y el comunista, a quienes reprochaba su actitud ante la guerra. Si en 1915 había fundado el “Partido Antinacional de Socialistas” (“Antinationale Sozialisten Partei”), en 1919 pertenecía ya al Partido Comunista de Alemania (“Kommunistische Partei Deutschlands”, Spartakusbund). A partir de 1921 apoyará la organización unificada de la “Unión de Trabajadores” (“Arbeiter Union-Einheitsorganisation”, AAU-E). Participó activamente en la revolución alemana de 1918 (“Räterepublik”).

Pasada la Gran Guerra, su revista pudo retomar el trato de temas políticos que la censura le había prohibido durante los años del conflicto. Pfemfert, sin embargo, se fue aislando de los demás, por sus posturas dogmáticas y su falta de talante contemporizador. Con el advenimiento del nazismo, emigró primero a Checoslovaquia (1933) y luego a Francia (1936), donde fue internado algunas semanas en un campo de concentración por el régimen de Vichy (1939). Logró abandonar Francia vía Marsella en 1940. En 1941 se radicó en México. Allí mantuvo contacto personal con Trotzki, con quien había tenido trato epistolar desde 1927. Desde que abandonara Alemania pasó junto a su mujer (Alexandra Ramm) penurias económicas, a pesar de que ambos intentaron solventar los gastos abriendo un taller de fotografía (actividad que ambos ya habían practicado antes en su país). Independientemente de sus actividades políticas, que el lector deberá juzgar por su cuenta, creo que puede sentirse admiración por la constancia insobornable de Pfemfert y por su incansable obra como editor.

Su obra máxima es, claro, la revista Die Aktion, de la cual existen diversas ediciones. En su artículo de Ultra, Borges trae también algunos versos de otros poetas, pero de ellos y de esos fragmentos me he ocupado, como quedó dicho, en sendos capítulos de mi libro. Así concluye Borges su texto de 1921:

Claro que “1914-1916” tiene, como todas las antologías, un carácter de cosa desigual y fragmentaria. Pero también campea en sus páginas un gran calor de corazón, cualidad notable y extraña si lo contrastamos con la fecha de su génesis. Fecha en la cual hasta los virtuosos de la sonrisa marginal como France y los profesionales del lustrabotismo democrático como Almafuerte se olvidaron de su actitud y celebraron con un entusiasmo a la vez inexperto y periodístico las excelencias de la guerra.

(Hamburg, 15-XII-2015 / 19-IX-2016)

BIBLIOGRAFIA

[Señalo con asterisco (*) los libros poseídos o, cuando menos, leídos por Borges en su juventud. Recojo todos los que me son conocidos, aunque no guarden relación directa con el tema de este trabajo.].

Asholt, Wolfang / Fähnders, Walter (Eds.): Manifeste und Proklamationen der europäischen Avantgarde (1909-1938). Stuttgart / Weimar: Metzler, 1995.

Autores varios: Vom Jüngsten Tag. Ein Almanach deutscher Dichtung auf das Jahr 1917. [Del Juicio Final. Un almanaque de poesía alemana para el año 1917]. Leipzig: Kurt Wolff Verlag, 1916. (*)

Autores varios: Der Almanach der „Neuen Jugend“ auf das Jahr 1917. Ed. Heinz Barger. [El almanaque de la «Nueva Juventud» para el año 1917]. Berlin: Verlag Neue Jugend, 1917 (recte: 1916), 181 (192) pp. En última página, rúbrica de Borges; más señas en otras páginas, incluidos dibujos. Índice: Martin Buber: Aus einem Rundschreiben von Ostern 1914. Anette Kolb: Epilog zu den Briefen an einen Toten. Johannes R. Becher: An die Soldaten der sozialistischen Armee. Theodor Däubler: Die Glanzperle; Hymne an Friedrich Nietzsche; Orpheus Tod; Orphische Nacht. J. A. Rimbaud: Die Raben. A. Palazzeschi: Habel. J. M. de Heredia: Flucht von Kentauren. R. Hülsenbeck: Phantasie. Walt Whitman: Aus dem Zyklus: Ausgehend von Paumanok. Gustav Landauer: Walt Whitman. Mynona (i.e. Salomo Friedländer): Krieg, sagte der Irrsinige, Krieg ist unmöglich – ist ewig unmöglich. L. Frank: Der Vater. W. Schücking, «Marburg»: Deutschland im Haag. Alfred Ehrenstein: Café «Prag». P. Adler: An die Herrscher. Else Lasker-Schüler, 7 Gedichte: Ich bin so allein; Dem Goldprinzen; An Tristan; An den Gralprinzen; An den Prinzen Tristan; An den Ritter aus Gold; Nachklänge. Franz Werfel: XXXX. Spruch a. d. XXXXIIII Sprüchen des Landstreichers Laurentin. F. W. Förster: Aus «Die Kriegsromantiker hinter der Front». Ludwig Meidner: Nächte des Malers. Salomo Friedländer: Goethes Farbenlehre. E. Bernstein, «M.d.R»: Der nationale Gedanke beim Philosophen Fichte und bei Ferdinand Lasalle. F. Held: Menschenopfer. Alfred Lichtenstein: Soldatenlieder. A. Lemm: Brief an Alfred Lichtenstein. W. Herzfelde: Der letzte Mensch; Schrei der Nacht; Zwei Sonette aus der Schulzeit. Georg Grosz: Beim Durchgehen der Garderobe. Georg Büchner: Der Hessische Landbote. Heinrich Mann: Der Bruder. P. J. Jouve: Les voix d’Europe. Georg Trakl: Elis. Franz Kafka: Ein Traum. Quellenangabe. (Werke der Almanach-Mitarbeiter.) Ilustraciones: Georg Grosz, dibujos: Die Kirche; Die Fabriken; Strassenbild; Kaffeehaus. Oskar Kokoschka, dibujo: Porträt des Prof. Schücking-Breslau. Ludwig Meidner, dibujo: Biblische Gestalt. Anuncios: Die Neue Jugend Berlin; Autorenabende, Vortragsleitung: Die Neue Jugend. Publikationen um Die Neue Jugend, Sonderdrucke. Georg-Grosz-Mappe, 8 Lithographien. 8 Köpfe. Eine Mappe mit Lichtdrucken nach Originalzeichnungen von Ludwig Meidner. (*). [Este volumen reviste una singular importancia, ya que, a través de él, Borges descubrirá a varios autores, de los que volverá a ocuparse a lo largo de decenios: Whitman, Becher, Kafka, Buber, Werfel].

Bahr, Hermann: Expressionismus. München: Delphin Verlag, (1914) 1920 (*). Borges regalaría su ejemplar a Guillermo de Torre, según relata Patricia Artundo en su monografía sobre Norah Borges. En El Pan-Klub se conserva un ejemplar que perteneciera a Borges, con rúbrica y fecha (“1920”) autógrafas en portadilla. Existe traducción al castellano.

Becher, Johannes R. (1914): Verfall und Triumph, Teil 1-2. [Decadencia y triunfo. Partes 1-2]. Berlin: Hyperion-Verlag, 1914. (*) Reimpresión: Nendeln: Kraus reprint, 1973.

Becher, Johannes R. (1916): Verbrüderung. Gedichte. [Fraternidad. Poemas]. Leipzig: Kurt Wolff Verlag, 1916 (Der Jüngste Tag, 25). (*) Ejemplar en Pan-Klub.

Becher, Johannes R. (1916): An Europa. Neue Gedichte. [A Europa. Nuevos poemas] Leipzig: Kurt Wolff Verlag, 1916. (*) Reimpresión: Nendeln: Kraus reprint, 1973. Ejemplar en Pan-Klub.

Becher, Johannes R. (1938): Der Glücksucher und die sieben Lasten. Ein hohes Lied (El buscador de suerte y los siete vicios. Un cantar de los cantares). Moscú, 1938. (*)

Borges, Jorge Luis (1921): “Horizontes”: Die Aktionslyrik – 1914-1916.- Berlin”: Ultra 16, Madrid, 20-X-1921.

Borges, Jorge Luis (1997): Textos recobrados, 1919-1929. Barcelona: Emecé, 1997.

Borges, Jorge Luis (1999): Cartas del fervor. Correspondencia con Maurice Abramowicz y Jacobo Sureda, 1919-1928. Prólogo: Joaquín Marco. Notas: Carlos García (pp. 243-343). Barcelona: Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores / Emecé, 1999.

Die Aktion. Reprint der Jahrgänge 1-8 (1911-1918). Eingeleitet und kommentiert von Paul Raabe. Kösel: Stuttgart, 1961-1967. En pp. 7-128: Paul Raabe: „Einführung, Zeugnisse, Verzeichnisse, Nachwort“.

Die Aktion. Reprint der Jahrgänge 9-22 (1919-1932). Nendeln: Kraus Reprint, 1976.

Die Aktion. Kompletter Reprint (ohne reine Anzeigenseiten): Jahrgänge 1-22 (1911-1932), in 15 Bänden mit Einführung und Kommentar von Paul Raabe. Kraus Reprint: Millwood, N.Y. 1983.

Druvins, Ute: Oskar Kanehl. Ein politischer Lyriker der expressionistischen Generation. Bonn: Bouvier Verlag Herbert Grundmann, 1977 (Literatur und Wirklichkeit, 19).

Ehrenstein, Albert: Nicht da, nicht dort. [«Ni allí, ni allá. Prosa»] Leipzig: Kurt Wolff Verlag, 1916 (Der Jüngste Tag, 27/28). (*) Rúbrica de Borges en la página del índice. Volumen mencionado en la correspondencia con Maurice Abramowicz (misivas N° 13, c. 23-IX-1920, y N° 14, 3-X-1920; Cartas del fervor), quien se lo procuró desde Ginebra.

Fechter, Paul: Der Expressionismus. München: R. Piper, 1914 (42 Abbildungen). (*)

Ferl, Walter: Hinter der Front. Sonette. Leipzig: Xenien-Verlag, 1914.

García, Carlos (1996): “Las armas y las letras”: Proa 23, Buenos Aires, mayo-junio de 1996, 157-161 (sobre Ernst Stadler; cf. texto ampliado en 2015, cap. II).

García, Carlos (1998a): “Borges inédito. Bibliografía virtual, 1906-1930”: Variaciones Borges 5, Aarhus (Dinamarca), enero de 1998, 265-276 (28 asientos).

García, Carlos (1998b): “Borges y Hélène (von Stummer). Un temprano amor (desconocido)”: Proa 36, Buenos Aires, julio-agosto de 1998, 85-87 (texto ampliado en 2015, cap. VI).

García, Carlos (1999a): “Órgano (Ludwig Rubiner. Trad. CG)”: Patricia Artundo: “Entre ‘La Aventura y el Orden’: Los hermanos Borges y el ultraísmo argentino”: Cuadernos de Recienvenido 10, Sâo Paulo, marzo de 1999, 88 (texto ampliado en 2015, cap. XV).

García, Carlos (1999b): Notas a Cartas del fervor (Borges 1999).

García, Carlos (2000): El joven Borges, poeta (1919-1930). Buenos Aires: Corregidor, 2000.

García, Carlos (2015): El joven Borges y el expresionismo literario alemán. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, 2015.

Haug, Wolfgang (Ed.): Franz Pfemfert. Ich setze diese Zeitschrift wider diese Zeit. Sozialpolitische und literaturkritische Texte. Darmstadt: Luchterhand, 1985.

Heynicke, Kurt: Gottes Geigen. Gedichte [Los violines de Dios. Poesías]. München-Pasing: Roland-Verlag (Dr. Albert Mundt), 1918, 47 pp. Nendeln: Kraus Reprint, 1973. (*)

Heynicke, Kurt: Das namenlose Angesicht. Rhythmen aus Zeit und Ewigkeit. [El rostro sin nombre. Ritmos de tiempo y eternidad] Leipzig: Kurt Wolff Verlag, 1919 („Gedruckt bei Poeschel & Trepte in Leipzig“). (*) Nendeln: Kraus Reprint, 1973. Manejo un ejemplar original, de la Staats- und Universitätsbibliothek Hamburg; existe otro en la biblioteca del Literaturwissenschaftliches Seminar, Hamburg.

Heynicke, Kurt: Der Kreis. Ein Spiel über den Sinnen [El círculo. Una obra (o “un juego”] por encima de los sentidos»). Berlin: Erich Reiß Verlag, 1920 (otoño europeo; estrenada el 2-X-20). (*) Libro aludido en carta de Borges a Abramowicz de la segunda quincena de octubre de 1920: Cartas del fervor, 120-121, N° 17.

Klemm, Wilhelm: Traumschutt. Gedichte. Umschlagzeichnung von Wilhelm Klemm. Hannover / Leipzig / Wien / Zürich: Paul Steegemann Verlag (Gedruckt als 65.-66. Band der Sammlung Die Silbergäule bei Edler & Krische, Hannover), 1920, 30 pp. (*). Utilizo un ejemplar de la Staats- und Universitätsbibliothek Göttingen.

Pansaers, Clément: “La pintura expresionista alemana”: Cosmópolis 41 (tomo XI, año IV), Madrid, mayo de 1922, 161-162. (*)

Pfemfert, Franz (Ed.): Die Aktionslyrik – 1914-1916. Eine Anthologie. Berlin: Verlag Die Aktion, 1916. (*)

Pinthus, Kurt (Ed.): Menschheitsdämmerung. Ein Dokument des Expressionismus. Reinbek: Rowohlt, 1993 (Reed. aumentada de: Menschheitsdämmerung. Symphonie jüngster Dichtung. Berlin: Rowohlt, 1920.)

Raabe, Paul (1992): Die Autoren und Bücher des literarischen Expressionismus. Ein bibliographisches Handbuch. In Zusammenarbeit mit Ingrid Hannich-Bode. Stuttgart: Metzler, (1985) ²1992.

Rietzschel, Thomas (Ed.): Die Aktion, 1911-1918. Wochenschrift für Politik, Literatur und Kunst. Eine Auswahl. Köln: DuMont, 1987.

Rubiner, Ludwig: “Organ”: Zeit-Echo 3, cuadernos 1-2, Zurich, mayo de 1917, 1-2 (apareció sin firma). Trad.: Carlos García: “Órgano”: apéndice a Patricia Artundo: “Entre ‘La Aventura y el Orden’: Los hermanos Borges y el ultraísmo argentino”: Cuadernos de Recienvenido 10, Sâo Paulo, marzo de 1999, 88. Reproducido en este volumen, cap. XV.

Soergel, Albert: Dichtung und Dichter der Zeit. Eine Schilderung der deutschen Literatur der letzten Jahrzehnte. Leipzig, 1911. (*)

Soergel, Albert: Dichtung und Dichter der Zeit. Eine Schilderung der deutschen Literatur der letzten Jahrzehnte. Neue Folge. Im Banne der Expressionismus. Leipzig, 1925. (*) Borges lo menciona en “Deutsches Requiem”.

Stramm, August: Du. Liebesgedichte. Berlin: Verlag Der Sturm, 1915; ³1919 (*); 4-51922. (Leído por Borges hacia agosto de 1920, en Europa)

Torre, Guillermo de: “El movimiento ultraísta español”: Cosmópolis 23, Madrid, noviembre de 1920, 473 (mención de Borges como “expresionista concentrado”). (*)

Torre, Guillermo de: “Expresionistas germánicos”: Literaturas europeas de vanguardia. Madrid: Rafael Caro Raggio, 1925, 354-358 (con menciones de Borges). (*)

NOTAS

  1. Me ocupo de los más importantes en sendos capítulos de mi libro de 2015
  2. “Zwitschern” es, entre otras cosas, el trinar de un ave, y por eso importa preservarlo, a mi entender, porque empalma con los “pájaros astrales” que aparecen a continuación.
  3. El estudio de Ute Druvins: Oskar Kanehl. Ein politischer Lyriker der expressionistischen Generation. Bonn: Bouvier Verlag Herbert Grundmann, 1977, es el más completo sobre Kanehl llegado a mi conocimiento, contiene también una buena introducción al clima político de la época. De allí se desprende que Kanehl fue el más activo políticamente de los poetas traducidos por Borges, quien sólo lo menciona aquí (en Ultra, su nombre figura por errata como “Kanchl”, fallo repetido en Textos recobrados, 1997, 106).
  4. Los “globos de barrera” o “globos cautivos”, como se los llamaba en la época, eran zeppelines de diverso tamaño anclados en tierra o en mar, que se utilizaban para dificultar a la aviación enemiga volar a baja altura (al deber descargar sus bombas desde una altura mayor, éstas perdían precisión). Creo que recién conociendo estos entretelones se comprende mejor la imagen creada por Kanehl.
  5. Cf. Obra poética de vanguardia. Edición, prólogo y notas de José María Barrera López. Huelva: Diputación Provincial, 1995

«La Gran Guerra a les comarques gironines» (2016), de Maximiliano Fuentes Codera: Radiografía de una zona limítrofe

Andreu Navarra Ordoño
Escritor e historiador, Catalunya, España

    Reseña | Maximiliano Fuentes Codera: La Gran Guerra a les comarques gironines: l'impacte cultural i polític. Girona, Publicacions de la Diputació de Girona, 2016.

coderaEl pasado centenario del año 2014 nos dejó un impagable legado de obras dedicadas a trazar el panorama de la cultura española entre 1914 y 1918. Los libros de Fernando García Sanz (España en la Gran Guerra. Espías, diplomáticos y traficantes, Barcelona, Galaxia Gutenberg) y Paul Aubert con Eduardo González Calleja (Nidos de espías, Madrid, Alianza) abordaron la cuestión desde una perspectiva llamémosla extensiva: ofreciendo una panorámica útil y compleja de todo lo que afectó a la realidad pública española en aquellos años turbulentos. El libro que editó el año pasado Fuentes Codera opera de modo inverso: su abordaje es intensivo. Su criterio, en lugar de ofrecer lo más relevante de todo el territorio peninsular, aplica la lente de aumento sobre lo que ocurrió en un determinado territorio: la provincia de Girona, lugar estratégicamente clave, por verse recorrido por la frontera francesa, y por ser una zona de paso obligado para las mercancías que salían de los centros fabriles peninsulares hacia los frentes de guerra.

Únicamente un libro del año 2012, el de Carolina García Sanz (La Primera Guerra Mundial en el Estrecho de Gibraltar, Madrid, CSIC, 2012) operaba de esta forma. Y, en vista de los resultados, es posible que una evolución futura de los estudios sobre el impacto de la Gran Guerra en España pase por investigaciones intensivas centradas en lugares que, o bien poseían un puerto importante de embarque para Francia u otras potencias (por ejemplo, La Coruña) o bien fueran también territorio fronterizo. Por ejemplo, resultaría tan apasionante como oportuno disponer de una radiografía de lo que sucedió y se publicó en la provincia de Guipúzcoa entre 1914 y 1919.

Tras dos útiles introducciones, una descripción de las etapas que la historiografía europea recorrió en su empeño por comprender el fenómeno de la Gran Guerra, más un estado de la cuestión de las bibliografías catalana y española, Fuentes intenta demostrar de qué modo las polémicas barcelonesas y madrileñas llegaron a Girona y afectaron también a su sociedad, de ningún modo ajena al conflicto.

Publicaciones periódicas en Gerona: germonófilas, aliadófilas y neutralistas

El nuevo libro de Fuentes Codera es especialmente valioso cuando presenta todo el abanico de publicaciones periódicas que veían la luz en la provincia: las de la «Lliga» fueron neutralistas a ultranza; las carlistas fueron germanófilas y las republicanas, en general, aliadófilas. «El Norte», periódico tradicionalista, contaba con Domènec Cirici Ventalló como periodista estrella. Cirici, furioso germanófilo, era miembro de la «Coalición Monárquica» y llegó a ser elegido diputado por Les Borges Blanques en 1916.

En Figueres, era «La Veu de l’Empordà» el órgano que extendía las consignas de la «Lliga Regionalista». En Palafrugell, defendía la neutralidad «Baix Empordà». Desde el «Diario de Gerona», Joaquim Camps i Arboix, opinaba que la disciplina social alemana podía ser un modelo de regeneración para la renaciente Cataluña. Tanto el «Diario de Gerona» como «Heraldo de Gerona» plantearon la necesidad de no culpar únicamente a Alemania del estallido de la guerra. Por su parte, «La Comarca», diario de Olot sin afiliación política, defendía también la neutralidad a ultranza. Otro medio de la misma ciudad era «Vida Olotina», creado en marzo de 1915, y que defendía posturas regionalistas. Las mismas que caracterizaron el semanario «Ciutat Nova». El mismo día que aparecía esta revista, «Empordà Federal» editaba un número especial sobre la tragedia belga: posiblemente se trate del papel más relevante publicado en la provincia durante los cuatro años de guerra. Colaboraron en él Francesc Layret, Josep Maria Pi i Sunyer, Domènec Martí i Julià (presidente de la agonizante pero aún influyente «Unió Catalanista»), Alexandre Plana, Narcís Oller y el uruguayo José Enrique Rodó, junto a muchos otros.

empodafederalLas posturas más claramente aliadófilas fueron defendidas por el semanario «El Autonomista», dirigido por Darius Rahola, y que llegó a contar con Francesc Layret, Antoni Rovira i Virgili, August Pi i Sunyer, Enrique Gómez Carrillo y Luis Araquistáin entre sus colaboradores. Entre los francófilos más relevantes debe contarse con el ensayista Carles Rahola, imprescindible autor, injustamente olvidado, que terminó sus días ante un pelotón de fusilamiento franquista. También colaboraba en «Germanor», de Palafrugell, y en «El Autonomista» e «Iberia», el medio más aliadófilo del Estado. «Empordà Federal» era un semanario que actuó como escudero en la empresa antialemana, así como también «Germanor» y «Ciutat», periódicos republicanos de Palafrugell y Sant Feliu de Guíxols. Según Layret, como para otros muchos pensadores de izquierdas, la guerra traería a Europa el predominio del socialismo.

La industria del corcho

Como se puede comprobar, la prensa en Girona no se encontraba al mismo nivel de catalanización que la de la capital del principado. Sin embargo, el catalanismo era predominante no sólo por la implantación de la «Lliga Regionalista» sino porque en todo el Empordà, comarca de pequeña industria tapera, el federalismo republicano era una ideología muy arraigada. Es lo que explica, por ejemplo, el futuro liderazgo de Josep Irla i Bosch, industrial corchero que llegaría a presidente de la Generalitat en el exilio. En Sant Feliu, era el importante semanario «El Programa», propiedad de la Unió Federal Nacionalista Republicana quien llevaba la voz cantante. Una voz también aliadófila, como la de su líder, el escritor y filósofo Pere Coromines. Colaboraba con la revista Arturo Vinardell, republicano exiliado en París desde 1887.

El inicio de la guerra comportó una situación dramática para la industria del corcho que predominaba en el Baix Empordà. La exportación de tapones cayó en picado, así como también dejó de fluir el crédito bancario: el paro empezó a generalizarse y los obreros vieron con preocupación cómo eran recortados tanto su salario como su jornada laboral. Los principales compradores de tapones de corcho eran Rusia, Alemania, Francia e Inglaterra: todas ellas potencias en conflicto. Para acabar de agravarlo, Alemania declaró contrabando de guerra el comercio de corcho. La situación llegó a ser tan preocupante que la Diputación pidió a Prat que escribiera al gobierno central en demanda de ayuda urgente, que de no haber llegado hubiera podido desembocar en disturbios graves. Es lo que finalmente ocurrió a partir de 1917. Los precios de los productos de primera necesidad, al ser acaparados o exportados al frente, subieron sin control y sin que las autoridades pudieran frenarlos. Sin embargo, no faltaron las iniciativas oficiales para tratar de paliar la situación. Parece que el gobernador civil, el Conde de Casa Segovia, se mantuvo muy activo en este sentido (de las medidas humanitarias dependía el sostenimiento del orden público). Por su parte, Prat de la Riba escribió al presidente Dato y a Alfonso XIII para que impulsaran otras medidas de socorro para los obreros abocados a la miseria.

Algo se hizo. En agosto de 1914 se autorizaba la ampliación del muelle de Sant Feliu junto con otras obras menores, como una defensa de la calle Tetuán de la misma población, así como también empezó a construirse la carretera de Tossa de Mar. Muchas empresas optaron por concentrar capital en un intento desesperado por impedir los cierres en cadena.

Los «hechos» de Gerona y los aliadófilos catalanistas en Perpiñán

Fuentes analiza con mano maestra el particular escenario político de las comarcas de Girona, donde tradicionalmente el federalismo era muy fuerte desde el siglo anterior. Para esta prensa republicana y catalanista, neutralidad y germanofilia eran sinónimos, y la «Lliga Regionalista», el partido que garantizaba en Cataluña los intereses de Alemania. También preocupaba al régimen la ebullición del sentimiento catalanista, que estalló en agosto de 1916, cuando el ejército interrumpió una bailada de sardanas a tiros y se sucedieron días de intensos enfrentamientos entre nacionalistas agraviados y fuerzas del orden. Los soldados acabaron disparando contra los concentrados, que huían por las calles del centro histórico. Los disturbios fueron conocidos desde entonces como “hechos de Girona”, y significaron un antes y un después en las relaciones de la ciudad con el gobierno central.

En febrero de 1916, los republicanos catalanistas aliadófilos visitaron Perpiñán para tratar de demostrar hasta qué punto la Cataluña antiborbónica se situaba del lado de las potencias aliadas. Viajó a Francia la plana mayor de la cultura catalana: no faltaron Àngel Guimerà, Ignasi Iglésias, el poeta Francesc Matheu, el novelista Josep Pin i Soler, el artista y poeta Apel·les Mestres (uno de los aliadófilos más activos de la capital catalana), Pompeu Fabra, los escritores Santiago Rusiñol, Alfons Maseras, Narcís Oller, el presidente del Orfeó Català, Lluís Millet, los pintores Casas y Sert, el presidente del Ateneu Barcelonès, Josep Maria Roca, el inefable activista Joan Solé i Pla, el vicepresidente de la Mancomunitat, Albert Bastardas, y los políticos Frederic Rahola, Pere Rahola, Pere Coromines y Jaume Andreu i Barber.

Asimismo, en este libro quedan muy bien definidos los papeles de los dos intelectuales gerundenses más destacados del momento, ambos ensayistas de primer orden: Carles Rahola y Prudenci Bertrana

Los estudios de Fuentes Codera sobre la Gran Guerra

El autor, con su minucioso recorrido, consigue alumbrar la extraordinaria vitalidad que un cantón catalán desplegó durante cuatro años. Muy acertado es el comentario aparte de la innovadora revista «Cultura», plataforma de síntesis entre escritores mayores del modernismo y jóvenes novecentistas, y la publicación más moderna e integradora del momento. Ojalá otras zonas limítrofes o implicadas en el comercio internacional reciban una atención análoga, para que podamos completar el mapa de la verdadera repercusión de la guerra en nuestras latitudes.

Se trata de la tercera incursión de Fuentes Codera en el tema, del que puede afirmarse sin miedo que es uno de los principales especialistas en activo. La primera fue el innovador libro El campo de fuerzas europeo en Cataluña. Eugeni d’Ors en los primeros años de la Gran Guerra (2009) y España en la Primera Guerra Mundial. Una movilización cultural (2014). Y eso si no contamos sus innumerables artículos y coordinaciones de monográficos, cuyo comentario sobrepasaría con creces el espacio debido de esta reseña. Fuentes va creciendo en madurez y minuciosidad. Quienes también nos apasionamos con el tema de la Gran guerra le estamos cada vez más agradecidos.

La Gran Guerra en la Revista Ibero-Americana «Cervantes» (Madrid, 1916-1920)

Emilio Quintana Pareja
Estocolmo, Suecia
[elaboración en marcha]

Este ambicioso estudio irá elaborándose a lo largo de 2016.

La revista Cervantes (1916­-1920) ocupa un lugar de privilegio en la encrucijada entre modernismo y vanguardia. La crítica ha privilegiado el estudio de su «etapa ultraísta», que comienza con la publicación del famoso «manifiesto de la juventud literaria» en el número de enero de 1919 1, por ejemplo, se mantuvo plenamente la «sección americana» dirigida por el ecuatoriano César E. Arroyo. Y había también secciones de pintura, política o teatro, entre otras.].  

Si nos fijamos, por ejemplo, en la rúbrica de «Poetas hispanoamericanos» del número de agosto de 1920 nos encontramos con que los nombres de Gabriela Mistral, Jorge Barreto Roldán o Arturo Borja [poeta del modernismo ecuatoriano], que alternan con poemas «ultraístas» de los hermanos Rello, César A. Comet o Juan Las (seudónimo de Rafael Cansinos Asséns). Incluso nos topamos con un excepcional poema titulado «Paisaje», obra del chileno Arturo Torres Rioseco, canto sentimental a la naturaleza que dedica con ironía y retranca a su compatriota Vicente Huidobro. Este era el resultado de la dirección bicéfala de la revista en su etapa final.

Hay que incidir, por tanto, en la complejidad de la revista Cervantes (1916­-1920), en lo cambiante de su trayectoria, marcada por la personalidad de sus sucesivos directores y en la heterogeneidad de cada una de sus etapas, e incluso de cada número. El caso excepcional de César E. Arroyo, que es el único del grupo fundador que permaneció hasta el último número, de diciembre de 1920, es un hecho relevante, pero excepcional. En definitiva, no hay una revista Cervantes, sino varias.

Hemos estudiado con lupa los 47 números de la revista 2, con el ánimo de conocerla a fondo 3, se desarrolla la vida de Cervantes en su segunda época. Pues la primera, de 1917 a 1919, bajo la dirección de Villaespesa y Vargas Vila, es curioso observar que también posee un carácter totalmente antípoda al que luego, bajo la dirección de Cansinos­ Asséns, desde enero de 1919 a fin de 1920 hubo de adquirir». Ni la revista en 1917, ni Vargas Vila la dirigió nunca.]

No conozco ninguna colección completa de la revista, excepto la mía personal. Hay ejemplares en la Biblioteca de Cataluña, la Biblioteca Nacional de Madrid, la Biblioteca de la Casa de Juan Ramón Jiménez en Moguer, en la de la revista «Razón y fe» (Madrid). El librero y editor Abelardo Linares tiene dos números [julio y diciembre de 1918] que no se hallan en ninguna de dichas bibliotecas.

1. La Gran Guerra en la revista Cervantes (1916-1920)

No pasaron desapercibidas las convulsiones de la Gran Guerra en Cervantes [textos de Georges Bernard Shaw, Javier Bueno, Edmundo Gonza?lez Blanco…]. Llama especialmente la atención la dimensio?n poe?tica de este intere?s [Emilio Carrere, Enrique de Mesa, Napoleón Azevedo, Alfonso Teja Zabre…], de signo marcadamente panlatino (aliadófilo, en cuanto favorable a Francia). Si bien no faltan colaboraciones que defienden la neutralidad, como veremos.

2. Revista Mensual Ibero-Americana (agosto 1916-septiembre 1917)

En esta primera etapa se editan los primeros 14 nu?meros. Sus primeros directores fueron tres: el español Francisco Villaespesa, el mexicano Luis G. Urbina y el argentino Jose? Ingenieros. La administración la llevaba José María Yagu?es desde su propio domicilio, sede de la editorial Mundo Latino (calle Barbieri, número 1 duplicado). El apartado postal era el 502 y el teléfono el 4326. Un número suelto costaba 2,50 pesetas. La suscripción a España y Portugal era de 6 pesetas el trimestre, 12 el semestre y 20 el año (ahorro anual significativo: 10 pesetas). Al extranjero eran 10, 20 y 30 pesetas respectivamente.

Cervantes se empezó a imprimir en el Establecimiento tipográfico de M. García y Galo Sáez (calle Mesón de Paños, 8. Madrid). Estos impresores, que trabajaban para Mundo Latino, se anunciaban como especialistas «en obras, revistas, folletos, periódicos, publicaciones y toda clase de trabajos comerciales». Imprimieron la revista desde el número 1 (agosto 1916) al número 11 (junio 1917). A partir de julio de 1917, la revista pasó a imprimirse en los talleres que José Yagües Sanz había heredado de su padre, en la calle del Nuncio, 8, siempre en Madrid.

Autores, de la A a la Z

En el nr. de noviembre de 1918 (22, 8), el diputado a Cortes por La Bisbal Salvador Albert (Palamós, Gerona, 2.12.1868) publica el texto «Contemplación y acción», que fecha en «San Feliú de Guixols (Gerona); Octubre, 1918». Albert era considerado uno de los poetas líricos más personales dentro del movimiento literario catalanista 4. Fue elegido Diputado a Cortes repetidamente en el período 1910-1923, por el distrito de La Bisbal, como miembro de la minoría republicana. Escribió libros sobre Ibsen y Amiel, en los que dio rienda suelta a sus especulaciones espirituales.

Este texto recoge algunas consideraciones filosóficas que anota al hilo de la Gran Guerra, que por entonces estaba terminando. Partiendo de que «la contemplación que tiende al éxtasis es inerte y socialmente ineficaz» y la acción, «limitada al mero movimiento, es asimismo socialmente estéril», el autor, con el apoyo de diversas autoridades (Carlyle, Taine, Eucken, Maeterlinck, Emerson…), opta por «concebir al hombre con poder bastante para elevarse, en atrevido vuelo, por encima de los dominios de la civilización» y entrar en su propia interioridad:

Así en la actualidad, por encima del torbellino infernal que envuelve al mundo, producido, en apariencia, sólo por el gigantesco choque de fuerzas ciegas, elévase la conciencia humana y concentrándose a la par en proporción de la expansión de esas fuerzas, aspirando a descubrir la verdad alta y fecunda de la hora presente..

El caso de Gabriel(e) d´Annunzio (Pescara, 12.03.1863/Gardone, 01.03.1938) es mucho más complejo, ya que se trata del autor que Villaespesa utiliza para representar a la poesía italiana en la primera época de la revista. La obra de Gabriele d´Annunzio recibe un claro trato de favor en la primera etapa de la revista Cervantes, dirigida directamente por Francisco Villaespesa, admirador sin límites del poeta italiano al que nunca perdió la pista. En una entrevista que concede a El Dictamen de Veracruz (junio 1917) leemos:

Es ridículo que continuemos cantando para nosotros mismos. D´Annunzio, el poeta más grande que ha producido la raza, no ha tenido inconveniente en bajar al seno anónimo de las multitudes. Estimo que el poeta de hoy debe mezclarse a la política y a todos los problemas sociales en que nos encontramos envueltos.

De hecho, el viejo d´Annunzio estaba conociendo una renovada popularidad a raíz de su intervención en la política italiana y debido a sus hazañas y aventuras durante la Gran Guerra. Su vuelta a Italia en la primavera de 1915 contribuyó al clima de opinión favorable al abandono de la neutralidad que tuvo su culminación en la declaración de guerra que Italia hizo a los imperios centrales el 23 de mayo de 1915. En «La evolución de Gabriel D´Annunzio por Gonzalo Zaldumbide» (6, enero 1917), el ecuatoriano César E. Arroyo elogia entusiastamente el libro de su compatriota y se hace eco de la nueva dimensión d´annunziana:  

Tal es, en síntesis, el libro que sobre el proceso evolutivo del inmenso espíritu «del hombre de la Italia Nueva, de su poeta, su héroe epónimo acaso, del que marcará la nueva época igual que el padre Dante la suya» aparece en Madrid, prestigiado por circunstancia tan única como la de ser el bardo de la Laus Vita, actor en la apocalíptica tragedia universal de hoy, a la que arrastró a su pueblo con el poder taumatúrgico de su verbo, con la fascinación irresistible de su numen, el solo capaz de cantar la epopeya de la edad presente.

D´Annunzio luchó en varios frentes y había perdido un ojo en enero de 1916 a consecuencia de un percance aéreo. Ernesto López Parra dice en su poema ultraísta: «Los nuevos aeroplanos» (29, junio 1919):

«El aeroplano gigante
quiere rizar el rizo…
Wilson le puso catorce motores
para que esté seguro sobre el aire.
Pero en Italia, a D´Anuncio [sic]
se le ha escapado un ripio patriótico
y en Francia, los tigres se han vuelto gatos».

Uno de esos «ripios patrióticos« fue su «Arenga a los dálmatas», que fue contestada por los serbios. Héctor, en la sección ­«A través de las revistas» (28, mayo 1919­) anota que se ha publicado en el nr. 4 de la la revista madrileña Cosmópolis (abril 1919) «La contestación del gran poeta servio (sic) Juan Douchtich a la resonante «Arenga a los dálmatas», que pronunció d´Annunzio».

Se puede decir que, gracias a su actuación en la Gran Guerra, la popularidad de d´Annunzio entre 1916­-1917 en España se eleva notablemente 5.  

El poeta venezolano radicado en Manhattan Napoleón Azebedo (escrito también «Azevedo»; Victoria, Venezuela, 6.11.1893). De sus dos colaboraciones poéticas en la revista Cervantes, la primera es un soneto en endecasílabos y rima consonante que utiliza motivos modernistas con el fin de exaltar la lucha de Francia en la Gran Guerra. Para ello, Azevedo usa referencias napoleónicas, mitológicas, y referentes a la Antigüedad romana, ­identificando a los alemanes con los bárbaros­:

   «Sé aquella tigre que en Moscou rugía,
   y muestra el alma luminosa y terca,
   que Lodi y Austerlitz están muy cerca,
   y Waterloo está lejos todavía!…».

En «El nuevo sermón de la Montaña», dedicado «Para Amado Nervo», (en «Los cantos de la guerra». 11, junio 1917, 127­-130) encontramos 37 pareados alejandrinos y un total de 74 versos. Viene introducido por las siguientes palabras: «Cristo, en los ojos y en el rostro la tristeza profunda, la melancolía indefinible de las almas vencidas y calumniadas, surge del horror de un monte balkánico, donde aún vense humear granadas rotas y óyense alaridos de carnes destrozadas y, con la voz llena de llanto, a los soldados que escaparon al último encuentro, les dice este nuevo Sermón de laMontaña». A pesar de algunas referencias a «aeroplanos» es un poema netamente posmodernista en el que se manifiesta cierta esperanza de que tras la purificación de la guerra se ha de abrir una nueva época de esperanza para la humanidad:

   «Os digo en verdad, hombres: del polvo de estas ruinas
   levantarán su vuelo las dianas matutinas
   del Porvenir, que llega con un libro en las manos
   a revivir el triunfo de mis suñeos lejanos,…».

Como buen poema profrancés, no falta la alusión al Káiser «Guillermo Atila».

La revista Cervantes mantuvo una sección de análisis político que, durante buena parte de 1918, estuvo a cargo de Joaquín Aznar (Madrid, 10­.02.1884). Aznar Delgado era periodista, dirigió varios periódicos, colaboró en la revista España, y es abuelo del político actual José María Aznar. Cansinos Asséns, en sus memorias, lo califica de «menudo, modestito, sonriente» (1995, 50­-51): «La Libertad cambia de director. Luis de Oteyza deja el cargo y lo sustituye Joaquín Aznar, que hasta aquí había dirigido La Mañana, el órgano de Silvela. Joaquín Aznar es un antiguo amigo mío, de los tiempos en que con su colaborador Eduardo Haro estrenaba unas revistas absurdas en la barraca del Noviciado».

Aznar entra en Cervantes en el primer número de la segunda etapa de la revista (abril 1918) para ocuparse de la nueva sección de «Política española», que mantuvo su regularidad hasta noviembre de 1918. En diciembre no se publica la crónica, de modo que cuando Aznar vuelva a colaborar entre enero y mayo de 1919 lo hará como miembro del Comité de Redacción ­sección «Política»­, cargo en el que se mantendrá hasta la reestructuración de abril del 19. «Política española», por consiguiente, está ligada a la etapa de González­-Blanco, por lo que hemos de suponer una relación personal entre el director (que, en una nota que se publica en la crónica de noviembre, lo califica de «nuestro distinguido y sagaz colaborador político») y cronista. La colaboración a partir de enero de 1919 se vería facilitada por su buena relación con Cansinos, al que hará crítico literario de La Libertad en 1925.

Aznar señala que sus propósitos con las crónicas que viene publicando son modestos (noviembre 1918): «Ni historiadores, ni críticos; sólo cronistas, y cronistas ligeros, con alas en la pluma para marchar veloces..». En efecto, el tono de sus crónicas tendrá siempre algo de ligero y desenfadado, de glosa escéptica de la realidad política del país. Por lo demás, la vida política española de la época, con sus vaivenes e intrigas, se prestaba a este tipo de acercamiento, una vez superada la grave crisis del verano de 1917 (abril 1918): «A los días de zozobras, de incertidumbres, de hondas preocupaciones, de acongojadores pesimismos, siguieron los días optimistas en los que la esperanza puso su luz consoladora en amplios horizontes».

La crónica de agosto (agosto 1917, 106­-110) la dedica a defender la neutralidad española en la Gran Guerra y a denunciar a aquellos que se han aprovechando de la situación, ya en sus últimos meses. Esta posición resume su postura:

La paz que disfruta España en medio de los horrores de la guerra, ha servido y sirve para que muchos políticos mediocres adquieran preponderancia […] para que unos cuantos españoles se enriquezcan a costa del hambre y de la inmensa mayoría del país; y ha servido y sirve para que aumenten las cuentas corrientes en los bancos, mientras la nación está en ruinas.

Antonio Ballesteros de Martos fue el crítico de arte de la revista. Muy cercano a las ideas de Camille Mauclair, dedicó algunos párrafos a comentar exposiciones de artistas que la Gran Guerra había traído a España desde París. En el número de junio 1918 se habla de un par de exposiciones de artistas hispanoamericanos a los que la Gran Guerra «ahuyentó de Francia y los ha traído a España»: «En los salones del Círculo de Bellas Artes han expuesto, durante la segunda quincena de marzo, dos artistas americanos dignos de cuidadosa atención: Roberto Montenegro y Carlos Alberto Castellanos». Al primero lo destaca como dibujante ­es un «virtuoso de la línea».

Del mexicano Roberto Montenegro (Guadalajara, 1886­ / Pátzcuaro, 1968) 6 hablará también al año siguiente en «Artes plásticas. Roberto Montenegro o los errores de la originalidad» (octubre 1919). En principio, Ballesteros advierte sobre el giro moderno a la hora de París que ha tomado su obra, y lamenta que los artistas hispanoamericanos no busquen un arte propio de su tierra sino que se dediquen a imitar las extravagancias francesas:

Entendemos nosotros que ha llegado la hora de que los hispanoamericanos se preocupen de hacer un arte nacional y abandonen ese prurito de seguir las novedades europeas, especialmente las que florecen en la capital de Francia, centro productor, o expositor, por lo menos, de casi todas ellas.

En el nr. de mayo 1918 reseña una importante exposición de pintores polacos (los matrimonios Jahl y Pankiewicz y W. Zawadowski), que también se habían refugiado en Madrid debido a la guerra:

En el patio del Ministerio de Estado, donde suelen exhibirse las obras que envían los pensionados de Roma, cinco pintores polacos instalaron durante la primera quincena del pasado abril una exposición que, por lo menos, tuvo la virtud de remover las mansas corrientes de la actualidad artística madrileña. Fue una novedad, ya un poco vieja, para los que, desde hace algún tiempo, seguimos con interés el desenvolvimiento mundial de las artes, que originó, como todas las novedades, apasionadas disputas, feroces diatribas y desmedidos elogios.

Ballesteros reconoce haber sido uno de los que atacó a los polacos más ferozmente y declara: «Impugnamos con todo ardor la Exposición de los pintores polacos». Para el crítico valenciano, los polacos «destruyen, pero no crean» y hacen de la pintura «un arduo problema filosófico» carente de espíritu humano». Su posición está muy relacionada con lo que se ha llamado posmodernismo poético y con una concepción del arte como creación idealista del corazón humano. Así que concluye: «[hay que decir a estos señores] que nos dejen el arte a los infelices que aún queremos soñar y sentir a pesar de todo, sin que nos lo impida un mazorral teorético, impenetrable como una peña».  

En las notas bibliográficas se manifiesta en contra del nacionalismo catalán que había crecido al calor del despertar de los pueblos europeos durante la Gran Guerra. Al comentar un libro de Rovira y Virgili manifiesta su desprecio por «ese nacionalismo catalán que sólo existe en las mentes acaloradas de unos cuantos enfermos de delirio de grandeza», y desestima la pretensión del autor de equiparar el nacionalismo catalán con el polaco o el finlandés, de palpitante actualidad al final de la guerra. Ballesteros de Martos está especialmente desafortunado cuando dice que esas «parodias de nacionalismo» nunca serán respaldadas por «unos cuantos mozalbetes exaltados».

El venezolano Rufino Blanco­-Fombona (Caracas, 1874/Buenos Aires, 1944) publica en el primer número de la revista (agosto 1916, 130-143) cuatro «notículas» sobre la guerra: «Pornichet», «Una carta de Répide», «Guerande», y «Tours». Fombona se había instalado en el barrio de Argüelles, a raíz del desencadenamiento de las hostilidades: «Desde 1914, en que la guerra lo arrojó de París, habita en España, donde ha encontrado la verdadera patria de su espíritu y donde ha dicho más de una vez se siente de veras feliz» 7. La llegada del «amigo de Rubén» fue todo un acontecimiento en la vida cultural madrilena, y, si consideramos las actividades que emprendió en la capital, podemos decir que no defraudó.   

Las notículas son cuatro anotaciones de dietario escritas en la Bretaña de Francia antes del estallido de la guerra, y que pertenecen a su libro La lámpara de Aladino. Notículas [Madrid, Renacimiento, 1915]. Con todo, tiene cierto interés que las recuperara en agosto de 1916, a pesar de que seguramente Villaespesa lo que quería era rellenar páginas. Como dice en una «Nota de 1916» a pie de página escrita ex profeso:

Estas y las páginas que siguen fueron escritas antes de la guerra. Me complace ahora el que los inmensos tesoros de energía que está derrochando Francia, prueben cómo, en efecto, Francia, a pesar de las apariencias «poseía una gran reserva de energías y de virtudes». Ojalá al salir del drama, purificada por el dolor, y debiendo una impagable deuda de apoyo moral y simpatías a la mayor parte del mundo, no vuelva a odiarse al extranjero, por sólo ser extranjero, en la hermosa tierra de Francia».

El periodista socialista Javier Bueno colabora en el marco de la sección «Crónicas de la Guerra» (nr. 14, septiembre 1917, 66-71). «Con el ejército austriaco en campaña. La lucha en el Carso» es una crónica periodística escrita sobre el terreno acerca de la campaña de la meseta del Carso, en la que se enfrentaron tropas italianas y austrohúngaras. El estilo de Bueno es seco, rápido, periodístico, pero a la vez lleno de datos concretos, como al reseñar los tipos de armas que se emplean. La sección «Crónicas de la guerra» de este número -el último de la primera época de la revista- se completa con un artículo de Joaquín Dicenta (hijo), «Males necesarios» (71­-76), del que más tarde hablaremos.

………………Cansinos

Destaca la frecuente aparición de poemas de Vicente Huidobro, que había tenido una gran influencia en la poesía española gracias a su estancia en Madrid entre julio y noviembre de 1918. En este corto período de tiempo publica 4 «plaquettes» poéticas. Dos en francés: Hallali y Tour Eiffel, y dos en español: Ecuatorial y Poemas árticos. Los cuatro evangelios de la nueva poesía. De París traía además ejemplares de Horizon carré, que tuvo una gran influencia, y que republica en España.

NOTAS

  1. No sorprende leer afirmaciones como ésta de Abelardo Linares (1983, 24): «En 1919, Cansinos toma la dirección de la revista Cervantes, que se convierte en un baluarte del Ultraísmo», que, siendo ciertas, no toman en consideración que la revista fue mucho más que eso, y pasó por varias fases. Durante la «etapa ultraísta» [1919­-1920
  2. Los números fueron siempre mensuales. Tuvo dos etapas separadas por un intervalo en que dejó de editarse [de octubre de 1917 a marzo de 1918. El desconocimiento de ste intervalo, unido a la inexistencia de colecciones completas de la revista, pueden estar detrás de errores como el de Juan Manuel Bonet en su Diccionario de las vanguardias en España (1907­-1936) (1995, 155): «Salieron 53 números.
  3. Errores incomprensibles como los de Guillermo de Torre (1925, 53) han hecho demasiada fortuna: «Paralelamente [a Grecia
  4. Su libro de poemas Florida de tardor (Gerona, 1918) aparece en la lista de «libros recibidos» por la revista que se incluye en la sección de «Bibliografía» (julio 1918)
  5. En 1916 se representó en Madrid su obra Figlia de Iorio (1904), en traducción de Felipe Sassone (sobre las traducciones del teatro de d´Annunzio, cf. Baeza). En una anotación de c. 1916 de las memorias de Cansinos cuenta que ha visto a Mimi Aguglia en Figlia di Jorio, de d´Annunzio (1985, 161): «Por mi don de lenguas, siempre que nos visita alguna compañía de teatro extranjera me envían a mí a los estrenos…». Por cierto, que parece que Mimí Aguglia se quedó en España y montó una compañía teatral. Ella fue la que repuso, por ejemplo, La cabeza del Bautista de Valle­-Inclán en 1926 en el teatro de La Latina, un teatro de público popular. Aguglia era por entonces «conocida por una personalidad dramática que prestaba fuerza trágica al montaje» (Vilches, 1992, 79). Para la recepción del teatro del autor italiano en España remito a la tesis de María del Pilar Bermudo del Pino titulada El teatro de d´Annunzio en España (Universidad de Madrid, 1962). Bermudo del Pino pasa revista a las principales representaciones del teatro de d´Annunzio en nuestro país. También repasa la repercusión del teatro d´annunziano en la crítica española, destacando las opiniones de Andrés González­Blanco y Gonzalo Zaldumbide. Enumera igualmente las traducciones de sus obras dramáticas y hace un análisis de las más representativas. Finalmente, la autora destaca la clara relación entre La figlia di Iorio y el teatro de Valle­Inclán y García Lorca. Es también interesante el folleto de F. Fernández Murga, Gabriele d´Annunzio e il mondo di lingua spagnola (Roma, Centro di vita italiana,1963).
  6. Bonet (1995, 424­-425) ha escrito de él: «Pintor. Primo hermano de Amado Nervo, del que ilustró algún libro, se formó en el clima modernista. Estudió en su ciudad natal y, con la intención de convertirse en arquitecto, en la Academia de San Carlos de la capital del país, donde fue condiscípulo de Rivera, Ángel Zárraga y Francisco Goitia, entre otros. Uno de sus maestros fue el ilustrador simbolista Julio Ruelas, que dejó una honda huella sobre su obra, al igual que Aubrey Beardsley. En 1905 obtuvo una beca que le permitió instalarse en Madrid, donde se inició en las técnicas del grabado calcográfico con Ricardo Baroja. En 1908 se instaló en París, donde estidió en la Académie des Beaux Arts, en la Grande Chaumière y en la Académie Colarossi, y conoció a los cubistas. Su obra más conocida de ese período es un álbum de ilustraciones sobre los Ballets Russes, con prólogo de Henri de Régnier, publicado en París en 1910. Entre 1914 y 1919 vivió en Pollensa (Mallorca), donde frecuentó a Anglada Camarasa. En 1915 pintó un retrato de Alexandre Jocovlef. En 1916 expuso en el Veloz Sport Balear de Palma. En 1917, año en que ilustró, siempre en clave simbolista, una edición barcelonesa de La lámpara de Aladino, celebró una individual en el Salón Árabe de la Veda, también en Palma. Durante el último año de su estancia pintó los murales del Círculo Mallorquín. En España fue donde, como puede observarse en algún aguafuerte de tema mexicano, reproducido por Manuel Abril en su libro Aquafortistas españoles,  se inició su evolución, en un principio todavía tímida, hacia planteamientos más modernos. En 1920 regresó a México, donde se incorporó a la aventura del muralismo, hizo incursiones en lo surreal,colaboró con el doctor Atl ­que también había estudiado en Madrid­ en la promoción del arte popular y desarrolló una importante labor como escenógrafo, todo ello sin perder nunca un cierto aire fin de siècle. Sus memorias Planos en el tiempo (1960), contienen algunas referencias a sus dos estancias españolas».
  7. Carmona Nenclares, 1928, 60